Hay profesiones en las que una persona tiene que madurar a marchas forzadas. Eso lo sabe muy bien el matador de toros malagueño Saúl Jiménez Fortes, que a lo largo de su todavía incipiente trayectoria ya ha tenido tiempo para vivir la gloria del triunfo, y también la dureza del castigo de los toros. Y eso que nació un 1 de enero de 1990.

Pero su sueño por convertirse en figura del toreo es algo que tiene bien marcado desde su más tierna infancia; ya que además su caso es uno de esos en los que la herencia genética define sin lugar a dudas. Su padre, Gaspar Jiménez, fue banderillero y después empresario taurino, y su madre, Mary Fortes, fue una destacada novillera. Así, con sangre torera por todos lados, y viviendo la Fiesta desde su más tierna infancia, el destino de Saúl parecía bien definido.

Pero esta carga genética no es suficiente, y por eso Jiménez Fortes lleva años dedicados en cuerpo y alma a la consecución de esta ilusión, de la que la alternativa del pasado año no era más que un paso. Así, su vida es una rutina de entrenamiento artístico y físico que le «llena de oxígeno». Necesita coger un capote y una muleta para poder vivir.

Es consciente de encontrarse «en un momento crucial» de su carrera, en el que todo puede decantarse hacia un lado u otro. «Cada año debe ser más importante que el anterior, pero esta temporada tiene que ser fundamental para responder a la confianza que han depositado en mi». Se refiere Jiménez Fortes a la apuesta que han realizado por él los hermanos Chopera, componentes de una de las casas más poderosas del toreo.

Pero no siempre las cosas las ha tenido de cara. Antes de ser apoderado por los flamantes empresarios de La Malagueta, Saúl cogió sus trastos de torear y se fue a probar suerte por tierras gaditanas; hasta que casi de casualidad desembarcó en Salamanca de la mano de una persona trascendental en su carrera: Julián Guerra. «Él fue el que me apartó de todo lo que me rodeaba, y a lo mejor eso me ha ayudado a crecer».

Y así, llegó a conseguir ser el primer alumno de la actual Escuela Taurina de la Diputación de Málaga que lograba convertirse en matador de toros, convirtiéndose en toda una referencia para todos aquellos chavales que quieren ser toreros. «Ésa es una de las cosas bonitas de todo esto, y cada vez que vengo a Málaga intento acercarme por La Malagueta para compartir un rato con mis compañeros», indica el matador; que recibió en ese mismo ruedo de mano de los alumnos de la escuela el vestido de torear que estrenaría unos días después en la alternativa.

Eso fue la noche del 20 de agosto del pasado año, cuatro días antes de la ceremonia en Bilbao. Sin embargo, su inclusión en la pasada Feria de Málaga no fue todo lo placentera que cabría esperar. Siempre pensó que sería en ese ciclo donde se convertiría en matador, y diversas diferencias con la empresa que entonces regía el coso malagueño motivaron que marchara a más de mil kilómetros. A punto estuvo de quedarse fuera, aunque al final se forzó una despedida de novillero «en unas circunstancias extrañas». «La prioridad era tomar la alternativa en Málaga, por encima de todo, pero no se dieron las condiciones mínimas que exigíamos y tomamos nuestra decisión», recuerda.

«Hay que mirar lo bueno, y la única posibilidad que tenía de estar en Bilbao en 2011 era tomando la alternativa», y aún sin un triunfo rotundo, esa fecha del 24 de agosto abrió puertas a otras plazas como Salamanca o Almería, de las que sí que salió en volandas. Cosos de la provincia como Torremolinos o Fuengirola también vieron con esperanza tardes destacadas del nuevo matador malagueño, que comienza esta temporada de 2012 con compromisos en ferias importantes como las de Fallas en Valencia o Abril en Sevilla.

Pero la del Sábado Santo, la IV Corrida Picassiana, será una fecha muy importante para Saúl Jiménez Fortes, tanto en lo profesional como en lo sentimental. Hará su presentación como matador de toros ante sus paisanos, y además en un mano a mano con Javier Conde, al que ha definido como «el torero más importante de Málaga en los últimos años» y también, precisamente, el empresario con el que no tomó la alternativa en Málaga. «Cuando llegue la tarde se dejará toda la literatura a un lado, ya que en la arena sale el toro para todos», sentencia el joven espada. Luego vendrá Madrid, y ojalá otras muchas tardes de gloria.