La solución a los malos olores que desprende el agua estancada y el lodo en varios cauces y arroyos de la capital es ahora cosa de otras tres administraciones. Al menos, eso es lo que pretende el Ayuntamiento de Málaga.

La comisión de Medio Ambiente dictaminó ayer de forma favorable una moción para pedir a los organismos competentes de la Junta de Andalucía que aumenten las operaciones de limpieza de los cauces de los ríos y arroyos para evitar los malos olores, problema que se agudiza durante la primavera y el verano por la descomposición de la materia orgánica que arrastran las aguas de lluvia y por la falta de renovación del agua debido a la arena que se acumula en las desembocaduras.

Esta petición se realizará también a la Demarcación de Costas y la Autoridad Portuaria para que ayuden a eliminar el lodo acumulado en el tramo final de la desembocadura del Guadalmedina, cuyo actual estado ha provocado las quejas de los vecinos de la zona por los olores que desprende y por el estado de abandono que presenta el cauce, como denunció La Opinión de Málaga el pasado 13 de marzo.

Aunque este problema afecta especialmente al tramo final del Guadalmedina, también se ha detectado en los arroyos Monsalvez y San Julián, y en los canales de la margen derecha y margen izquierda del Guadalhorce, por lo que el Ayuntamiento solicita la colaboración de otras administraciones para solucionar estos problemas.

Caso especial es el río Guadalmedina, principal foco de malos olores de la ciudad, que suma a esta problemática el que el diseño de su tramo final y la prolongación de los muelles del puerto de Málaga han reducido el efecto de las mareas y corrientes marinas en su desembocadura, lo que ha incrementado considerablemente la decantación de la materia orgánica procedente de los afluentes y de los lodos decantados en la presa del Limonero. Estos lodos son arrojados al río durante las maniobras periódicas de limpieza de fondo propiciando una imagen de suciedad del cauce que atraviesa la ciudad.

Difícil solución. Hace una semana, el gerente de Emasa, José Luis Rodríguez, reconocía a este periódico las dificultades técnicas por parte del Ayuntamiento para hallar una solución para retirar el material de la desembocadura ya que «el terreno está gobernado por las rocas, lo que dificulta la introducción de maquinaria pesada. Es imposible usar cualquier tipo de sistema, debajo hay una gran escollera».

Emasa ha invertido en los últimos años más de 150.000 euros en limpiar el encauzamiento y «las corrientes ahoras están obstruidas», alertaba Rodríguez.

El problema, por tanto, no parece menor. El crecimiento del puerto, según Emasa, impide la carrera de las aguas freáticas y de los restos orgánicos que normalmente arrastra en su curso la corriente. La diferencia es que, con la marea alta, mucha de esta suciedad se oculta bajo el agua. Ahora ocurre justamente lo contrario y los malos olores se vuelven protagonistas.

El problema hidráulico podría, no obstante, agravarse en los próximos meses, especialmente si se dan las circunstancias y prosigue el buen tiempo. «En cuanto sube la temperatura la suciedad se hace más molesta», reseña Rodríguez.

Para tratar de dar un solución definitiva a este problema, la comisión de Medio Ambiente aprobó instar a la Demarcación de Costas y a la Autoridad Portuaria de Málaga para que procedan, de manera periódica, al dragado del lodo decantado en el tramo final del río Guadalmedina y en la ría artificial creada por los nuevos diques del puerto. Además, requiere también a la Consejería de Medio Ambiente y a la propia Demarcación de Costas que proyecten y ejecuten el rediseño del tramo final del río Guadalmedina, con objeto de evitar la acumulación de lodos.

Otros cauces. Situaciones parecidas se producen en otras zonas de Málaga como en los arroyos Monsalvez y San Julián, y en los canales de la margen derecha y margen izquierda del Guadalhorce.

El problema aquí se produce debido a que la materia orgánica procedente de la vegetación que crece en las cuencas de los arroyos, es arrastrada por la escorrentía de aguas de lluvia, se descompone por el calor al cabo de un determinado tiempo y forma un lodo que decanta en los tramos finales de los cauces y que genera la emanación de gases pestilentes. La llegada de la primavera y el verano agudizará la problemática.

Por otro lado, la decantación y acumulación de los lodos en los tramos finales de los cauces se ve favorecida por la barrera natural de arena que crean los temporales de levante, ya que impiden la renovación del agua por las mareas y retienen el agua al hacer de presa natural.

En este punto,el Ayuntamiento de Málaga denuncia que la Junta de Andalucía o Costas no realizan con frecuencia las tareas de mantenimiento consistentes en la limpieza y desbroce del cauce y retirada de la barrera natural de arena de las playas para evitar esas consecuencias.

En este sentido, el Ayuntamiento acordó instar a la Consejería de Medio Ambiente para que, a la mayor brevedad posible, aumente la periodicidad, especialmente en las estaciones de primavera y verano, de los trabajos de desbroce y limpieza de los citados cauces y proceda igualmente a la retirada periódica de áridos y adecuación de la rasante de los mismos. A Costas le pide que la mayor brevedad actúe sobre el litoral, dotando de los medios necesarios para favorecer el desagüe de las aguas estancadas en los cauces al mar, eliminando las barreras de arena que se forman a consecuencia de los temporales de levante.