La Consejería de Medio Ambiente y la Autoridad Portuaria coincidieron ayer en manifestar su sorpresa por la petición formulada por el Ayuntamiento de Málaga para que colaboren en la limpieza de los arroyos y los cauces de los ríos, especialmente a raíz de los problemas de suciedad y malos olores detectados en la hondonada del Guadalmedina y denunciados por La Opinión el pasado 13 de marzo.

Ambas instituciones se apresuraron a aclarar que todavía no han recibido ningún tipo de comunicación al respecto por parte del Consistorio, que hizo públicas sus intenciones en un comunicado remitido a la prensa. Una vez que dispongan de la documentación y de la solicitud oficial, tanto la delegación de Medio Ambiente como la Autoridad Portuaria, según reseñaron ayer, estudiarán su posible intervención en la retirada del lodo y de los residuos, si bien avanzaron que se trata de un asunto de competencia municipal.

En concreto, Enrique Linde, responsable del puerto, recordó que la gestión y mantenimiento de los ríos, sobre todo, en su expansión urbana, se sitúa fuera del abanico de cometidos y funciones de la Autoridad Portuaria. Además, rechazó cualquier tipo de responsabilidad en la acumulación de la suciedad que, según el Ayuntamiento, se ha visto favorecida por los efectos de la prolongación de los muelles. Un extremo, este último, que Linde rechaza taxativamente: «Esas obras están hechas desde 2003 y nunca hemos recibido ninguna notificación al respecto», señala.

De acuerdo con el presidente de la Autoridad Portuaria, la única afección de este tipo de ampliaciones se registró en Huelin y en San Andrés, precisamente en esos años, y fue corregida poco después. El Consistorio sostiene que las reformas han alterado las mareas y obstruido la limpieza natural de los cauces. «Los malos olores existían antes y después del proyecto», responde Linde.

La Junta, por su parte, asegura que analizará la petición del Consistorio, si bien avanzó que la situación económica no permite responder a todas las demandas procedentes de los ayuntamientos. Jorge Robles, gerente de la delegación provincial de Medio Ambiente, mostró la voluntad de la administración de estudiar el problema, aunque subrayó que tanto el origen de la suciedad como la integración urbana del río en la ciudad responden a una decisión del Ayuntamiento, concretamente de 1992. «El problema de los malos olores siempre ha sido abordado desde las competencias municipales. Hace siete años presentaron, incluso, un sistema de reconducción de aguas para solucionarlo», razonó.

La petición del Ayuntamiento, que cuenta con el aval de la comisión local de Medio Ambiente, será trasladada también a la Demarcación de Costas. La intención del Consistorio es que todas estas instituciones colaboren y se impliquen en la eliminación del barro y los residuos acumulados en puntos como el tramo final de la desembocadura del Guadalhorce. El equipo de gobierno insiste en que los problemas están causados por «cuestiones relativas al dominio público hidráulico y al dominio público marítimo terrestre», lo que, a su juicio, involucra en la solución a las tres administraciones.

Entre otros puntos, el Ayuntamiento pide a Costas y a la Autoridad Portuaria que procedan, de manera periódica, al dragado del lodo en el final del lecho del río y en la ría artificial generada, insiste, por los nuevos diques del puerto. Además, demanda a la Consejería de Medio Ambiente que proyecte y ejecute el rediseño del tramo final del río Guadalmedina. La pasada semana, el problema de los malos olores se acentuó por el pleamar y la llegada del buen tiempo, que hizo aflorar a la superficie una capa de cieno y barro en varios puntos del itinerario.