Todos los obstáculos los superó la beata Madre Petra, nacida en el Valle de Abdajalís en 1847 y fallecida en Barcelona en 1906, para poner en pie una escuela para niñas necesitadas y un hogar de niñas huérfanas en Málaga.

La fundadora de la Congregación de las Madres de los Desamparados comenzó su sueño en Huelin en 1882, con una casa noviciado y una escuela gratuita, para pasar en 1884 al convento de Capuchinos, en el que atendió a huérfanas del terrible terremoto de esas Navidades.

Al no reunir el convento las condiciones necesarias, en 1887 el obispado le cedió parte de unos terrenos en Martiricos, en el lugar donde se encontraba la capilla de los Mártires San Ciriaco y Santa Paula. El resto de los terrenos fue costeado por una junta, siendo protectora del centro Trinidad Grund, la promotora de tantos proyectos benéficos y que contaba con un depósito de 30.000 pesetas de Isabel II para una obra piadosa, cantidad que destinó a las niñas huérfanas de lo que entonces se conocía como asilo, llamado orginalmente de Nuestra Señora de las Mercedes, en agradecimiento a la reina y en atención a su nieta, la infanta Mercedes.

Desde ese año, 1887, cuando el colegio era un modesto edificio con un patio central y unos terrenos –partes de los cuales son hoy jardines públicos, presididos por una estatua de Madre Petra– ha pasado un siglo y cuarto de vida y el colegio-hogar sigue adelante con su labor educativa, mientras conviven a la perfección el pasado y el presente, como la conocida como fuente de los leones adornada con piedras del arroyo de los Ángeles de uno de los patios.

Quien enseña el colegio y habla de su historia es la Madre Maite, una de las ocho religiosas del centro, que es además una antigua alumna y que recalca que Madre Petra fue «una visionaria» en su proyecto educativo.

La religiosa explica que con la implantación de la EGB por la reforma de Villar Palasí de 1970 el colegio se vuelve mixto. «Pero mucho antes de 1970 había niños que entraban en el colegio a los 4 años y permanecían hasta los 8, por eso hay fotos de niños haciendo la Primera Comunión, luego se marchaban y las niñas continuaban», explica.

Los cambios educativos sucesivos también se han dejado notar en el perfil del centro, que ha visto cómo el inmueble original de dos plantas aumentaba de altura y se incorporaban nuevas alas y equipamientos.

En la actualidad, San José de la Montaña es un colegio concertado que cuenta con unos 700 alumnos. «Damos todo el ciclo escolar completo desde los 3 años hasta Cuarto de Secundaria».

Mientras la religiosa muestra las instalaciones, niños de corta edad realizan en una de las terrazas interiores ejercicios de psicomotricidad y se dan clases de integración a pequeños con problemas.

Con motivo del 125 aniversario, numerosas fotografías de antiguos alumnos han formado en el patio central del centro un mosaico de la historia colegial. Además, el centro cuenta con un vídeo con fotografías históricas como la de la antigua iglesia. Por cierto que la capilla del colegio, esa mañana bañada por la luz, sigue presidida por la imagen original de San José de la Montaña que da nombre a este querido colegio de Martiricos.

El pasado lunes, 19 de marzo, festividad de San José, el obispo de Málaga, Jesús Catalá, presidió una eucaristía para conmemorar el aniversario de este proyecto educativo que nació de una forma tan humilde pero llena de esperanza.

Fallecida en 1906, la Madre Petra fue beatificada por Juan Pablo II en 1994. En 2006, con motivo del centenario de su muerte, la ciudad de Málaga le dedicó un monumento en los jardines que antes pertenecían al colegio, junto a la centenaria alcubilla del siglo XVII, anterior al acueducto de San Telmo. Como explica la Madre Maite, la piedra sobre la que se levanta el monumento «viene del pueblo natal de Madre Petra, el Valle de Abdalajís».

La obra de esta religiosa malagueña llena de fuerza de voluntad y fe cuenta hoy con hogares, colegios, residencias de ancianos, residencias universitarias y albergues infantiles por toda España pero también en países como México, Chile, Italia, Colombia, Puerto Rico, Guatemala, Argentina y Estados Unidos.

El colegio de Martiricos, San José de la Montaña, es sin duda una de sus obras más queridas.