La bonanza meteorológica de la Costa del Sol, incrementada con un invierno especialmente cálido, y la presencia de una más que numerosa población de residentes de origen foráneo, en su mayoría de avanzada edad y con un poder adquisitivo no amenazado por la actual crisis, convierten al sector de la jardinería en uno de los más pujantes en la economía malagueña. La provincia aporta, de hecho, el 40% de unas empresas andaluzas que sí parecen mostrar un brote verde en el horizonte.

Pero no es oro todo lo que durante los últimos años ha relucido. La recesión que arrastró la quiebra de muchas empresas constructoras se llevó también por delante a un buen número de entidades nacidas al calor del ladrillo y sin una bolsa de clientes alternativa. En ese mismo entorno también se han visto implicados empresarios que aún representan la cara más oscura del sector. De hecho, en la reciente Mesa del Campo de la Diputación de Málaga, se manifestó la queja generalizada acerca de la importante cuota de intrusismo que se conserva desde unos tiempos que permitían márgenes muy importantes en cuanto a la construcción y mantenimiento de jardines.

La provincia, pese a reajustes y cierres de determinados establecimientos, mantiene un 43% de las firmas dedicadas en la comunidad autónoma al mantenimiento o un 38% de las correspondientes al diseño y construcción de la masa verde doméstica.

La exportación, como salvavidas. Juan Manuel Ruiz, de la Asociación Multisectorial de la Jardinería Andaluza, destaca que el intrusismo es notable. «Viene del incremento de personas no cualificadas que se dedican al oficio, del personal sin asegurar y la economía sumergida», que ha dado lugar a un descenso durante años hasta de un 40% en el negocio. El salvavidas, en este marco, lo han puesto las exportaciones. En muchos casos, la provincia ha sabido buscar fuera lo que perdía dentro. La Cooperativa Espacios Naturales que trabaja en la gestión ambiental y en ofrecer soluciones en consonancia a los planes estratégicos de la administración forestal sostiene que su lucha también se centra en esa «problemática», antes de afrontar nuevos retos.

Y representantes de otras empresas especializadas en la venta de todo tipo de especies florales, dentro de una cadena de viveros que se extiende a lo largo y ancho de la provincia, subrayan que este año puede supone un punto de inflexión en el marco económico más reciente. Con las primeras semanas de marzo, tras el buen tiempo que se ha registrado desde enero, multitud de clientes han optado por aprovechar para plantar bulbos y tubérculos de begonias, lirios, gladiolos y otras variedades. También ha proliferado la venta de hortalizas para pequeños huertos, porque el autoconsumo es una práctica cada vez más extendida y que va más allá del típico jardín que hasta ahora predominaba. Rayos de sol y brotes, que invitan al optimismo.