S. M., el anciano de 84 años acusado de asesinar a su esposa, también octogenaria, enferma además de parkinson, aseguró ayer que ella siempre le pidió que la matase y, de hecho, el 6 de octubre de 2010, cuando ocurrió el suceso en un piso de la capital, él le llevó un cuchillo de cocina con el que su mujer se suicidó y luego él trató de cortarse las venas. «Cuando tenía momentos de lucidez siempre me pedía que la matara», precisó el acusado, que compareció ayer ante el Tribunal del Jurado que le juzga por estos hechos en una silla de ruedas tras haberse roto recientemente la cadera.

La Fiscalía de Violencia sobre la Mujer pide para él 18 años de prisión por asesinato y el pago de 200.000 euros a sus herederos. El matrimonio llevaba casado 63 años, y aunque el procesado reconoció hasta tres veces en la instrucción que asesinó a su esposa, ayer lo negó dando una versión diferente. El parkinson de la mujer estaba muy avanzado, tanto que se pasaba el día dormida debido a la medicación y tenía pocos momentos de lucidez. Según el supuesto autor material del suceso, eran algunos. La Fiscalía, por contra, defiende que la mujer sufría demencia y que su estado era muy malo, de tal forma que tenía ayuda domiciliaria.

La acusación sostiene que el esposo, también enfermo, no quiso ir a una residencia, destino que supo una semana antes de que se produjeran los hechos en el domicilio familiar de la capital. Envió a las mujeres que los asistían a hacer diversas gestiones, cogió un cuchillo de la cocina y se lo clavó a su mujer en dos partes distintas del cuerpo, apagándose su vida, siempre según la fiscal. Ella no pudo defenderse. Antes de cometer el acto, el procesado le dijo a su compañera que habían sido muy felices. Luego, él se hizo un corte en el cuello y otro en el brazo, pero eran heridas superficiales.

«Ella sufría, lloraba, mátame, mátame, me decía; ¿cómo te voy a matar? No es posible. Le di el cuchillo, se mató y con el mismo no conseguí cortarme los tendones, pero las venas sí», dijo, para asegurar que en ese momento no estaba enfadado con su mujer. «Era lo más bueno del mundo; lo hice por no verla sufrir, nunca he tenido ningún problema con mi señora, en la vida... Decidimos eliminarlos, me pedía siempre que la matara, que nos matáramos, ella no quería vivir», explicó el procesado.

Sus hijos, reconoció, le dijeron días antes del suceso que debían ingresar ambos en una residencia, pero la fiscal relata en su escrito que meses antes le había dicho a las asistentas que si le obligaban a ello acabaría con la vida de ambos.

Una duda que verbalizó la Fiscalía es cómo pudo la mujer culminar su objetivo suicida con la gravedad de su enfermedad, que la tenía postrada en una cama y demente, sin apenas fuerzas; lo que además se acrecentaba con la medicación. Esa fue una de las contradicciones del encausado, que primero dijo que su pareja dormía mucho para decir luego que ella misma se dio muerte.

«Yo quería morir con ella», acertó a decir el hombre de 84 años. La defensa pidió la absolución de su cliente precisamente porque «perdió la racionalidad» en el momento de los hechos. Su lugar, dijo, «está en una residencia, no en la cárcel». Si no fue dueño de sus actos, por tanto, procedería la absolución. «En su cabeza se dio un miedo insuperable a abandonar así a su mujer; él estaba muy enfermo», añadió el letrado.

Para la Fiscalía se trata de un crimen machista: «La mató de forma cobarde y alevosa, nos habla de un pacto inexistente». Flor de Torres, fiscal de Violencia sobre la Mujer, aclaró: «Con el cuchillo mató a su esposa, que no tuvo ninguna capacidad de defenderse».

Luego, colocó una almohada sobre la cara de su esposa. Hoy declararán los testigos.