Unas 50.000 personas según los sindicatos y sólo 9.000 según fuentes policiales asistieron ayer a la manifestación convocada en Málaga por CCOO y UGT. Al margen de las cifras, siempre tan dispares, la percepción es que ayer hubo mucha, muchísima gente en la marcha y que, comparándola con anteriores convocatorias sindicales, ha sido de largo la más nutrida de los últimos años. El número de asistentes se habría incluso duplicado en relación a la huelga de septiembre de 2010, en aquella ocasión contra las reformas de Zapatero. Los sindicatos contabilizaron entonces a 25.000 personas y la Policía Local a 15.000. Ayer incluso se llegó a hablar de que podía haber unos 100.000 asistentes, una cifra quizá excesiva.

La marcha partió de la Alameda de Colón pasadas las doce de la mañana y recorrió uno de los carriles laterales de la Alameda Principal, girando en la plaza de la Marina para volver por el pasillo central de la Alameda y concluir en el edificio de Correos. La afluencia de gente fue tal que cuando la cabecera de la manifestación llegó a Correos, la cola de la misma todavía llenaba la Alameda de Colón.

Bajo el lema «Contra la reforma laboral impuesta por el Gobierno, injusta, inútil e ineficaz», el secretario provincial de UGT, Manuel Ferrer, y su homólogo de CCOO, Antonio Herrera, se mostraron «muy orgullosos» con el seguimiento de la huelga de los trabajadores, que cifraron globalmente en Málaga en casi un 75% pese al «miedo» y a las «coacciones» que a su juicio han ejercido algunos empresarios, sobre todo de las empresas de mayor tamaño. Los sindicalistas fueron muy críticos con el papel de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, al entender que habían recibido instrucciones de emplearse con excesivo rigor contra los piquetes, como prueban las detenciones practicadas durante la jornada.

«Esta manera descarada de poner los servicios de seguridad de orden público sólo y exclusivamente al servicio del capital supone un paso atrás de las libertades y derechos», dijo Herrera, que calificó de «dictatorial» la actitud de los mandos policiales.

Ferrer también se sorprendió del elevado número de policías que patrullaron las calles, pero apuntó que la jornada «se ha salvado» por la profesionalidad de los agentes. La huelga, a su juicio, transcurrió de forma «pacífica y tranquila».

La manifestación contó con el respaldo de políticos del PSOE como el portavoz en Diputación, Francisco Conejo, el concejal del Ayuntamiento de Málaga Carlos Hernández Pezzi o José Aurelio Aguilar. Por parte de IU asistió el coordinador provincial y parlamentario, José Antonio Castro, que además integró el piquete que recorrió por la mañana el Centro.

Con todos los negocios cerrados al paso de la manifestación, los asistentes corearon consignas como «un bote, dos botes, Mariano el que no vote» o «luego diréis que somos cinco o seis », y se divirtieron de lo lindo con comentarios acerca del helicóptero policial que durante todo el día -también durante la manifestación- sobrevoló la capital. Como nota negativa decir que un petardo tirado al suelo de forma inconsciente le provocó una pequeña quemadura en el pie a una de las periodistas que cubrían la jornada.

Los sindicatos reclamaron a Rajoy que «no provoque medidas ni enfrentamientos ni conduzca a este país a que sea pobre y siervo de los ricos» y le solicitaron que retire la reforma. «El Gobierno debe tomar nota porque el pueblo, lo mismo que otorga confianza, se la quita», advirtieron Herrera y Ferrer.

Como es habitual en las huelgas generales, al término de la marcha un numeroso grupo de manifestantes se concentró al filo de las 14.00 horas en los alrededores del Corte Inglés, que tenía desde por la mañana gran parte de su perímetro vallado a cargo de la Policía Local. Los antidisturbios de la Policía Nacional se desplegaron frente a la gran superficie y se mantuvieron casi dos horas allí hasta que los manifestantes se disolvieron. No hubo que lamentar incidentes graves más allá de una lata de cerveza lanzada por algún desaprensivo y que impactó en el hombro de un directivo del centro comercial. Un grupo de jóvenes trató de protagonizar una sentada pero fueron advertidos de que podían ser sancionados y desistieron.