Cuando decidió apostar por la energía eólica, muchos le miraron como si fuera un iluminado. Al igual que Dylan, lo cual hoy día parece fácil, Mariano Barroso intuyó que la respuesta estaba en el viento. Y si no en el sol. O en el agua. La pregunta, diez años después, sigue siendo la misma, aunque todavía más acerada por la crisis y la dependencia del petróleo. Las renovables son el futuro de Andalucía, pero se les estrecha el presente. Ahora, con una nueva dificultad, la reducción de la promoción promovida por el Gobierno para espantar la sombra del déficit.

Una década de renovables en Andalucía. Supongo que el balance es positivo, pese a las últimas noticias...

Sin duda. En estos diez años hemos consolidado activos de más de 5.000 millones de euros en el sector de las renovables. Se ha hecho, lógicamente, con un gran esfuerzo y trabajo; tenga en cuenta que tuvimos que partir de cero, nos enfrentamos al desconocimiento de la gente, a prejuicios y dudas, incluidas las de los ecologistas y las de la propia administración. Hoy en Andalucía somos un sector afianzado, que genera empleo sólido y riqueza en zonas rurales, que es donde más falta hace. Habrá quién piense que podríamos haber crecido más, pero lo cierto es que lo que hay es sólido y seguro, algo que es decir mucho en estos tiempos de incertidumbre.

¿Cuál es la posición de la región y de la provincia en la producción de energía eólica? ¿Se puede hablar también de consolidación?

Andalucía se ha convertido en un referente tecnológico en el sector y no me refiero únicamente a nivel nacional. Le pongo un ejemplo, actualmente las agencias de viaje están estudiando la creación de un producto turístico dirigido a profesionales de otros países interesados en aprender los sistemas de producción que emplea la eólica en la comunidad. Estamos hablando, por ejemplo, de rutas para gente de alto poder adquisitivo que incluyan, por ejemplo, el aprendizaje, el golf y la playa. No es una solución para el turismo, sino un complemento más y, sobre todo, una anécdota que demuestra que Andalucía, en este campo, tiene mucho que enseñar.

En las últimas semanas se han mostrado muy preocupados por el decreto que suspende temporalmente los incentivos a la producción...

La moratoria supondrá la congelación de inversiones millonarias previstas por la iniciativa privada, lo que conlleva también la supresión de puestos de trabajo y de parques de producción. Había alternativas, se podían haber estudiado mejor. Parar la eólica tiene mucho riesgo, porque luego habrá que reactivarla y puede que entonces nos encontremos con que la tecnología y los especialistas que hoy tenemos se han marchado al exterior.

¿Se alcanzarán los objetivos previstos por la administración para 2020?

Para cumplir con esos plazos de producción, había dos vías, la paulatina, que obligaba a hacer las cosas como hasta ahora, de manera reposada y razonable, y la acelerada, que es la que habrá que adoptar a partir de 2016, una vez que se atenúen las exigencias de la crisis. El problema, insisto, es que el parón obligará a los especialistas a salir a otros países, por lo que, en esa fecha, habrá que importar tecnología y técnicos. La externalización es clave, pero una cosa es que se salga a buscar nuevos mercados y otra muy distinta que te obliguen a salir a secas.

¿Qué le falta al sector para ser definitivamente rentable?

El sector, al menos en Andalucía, está maduro y es altamente competitivo. En todos estos años hemos cumplido con los objetivos que nos ha planteado la administración. La motivación no es la falta de rentabilidad de la energía eólica, sino la apuesta que se hizo en su día por las centrales de ciclo combinado, que recibieron una inversión de cerca de 12 millones de euros y no han sido capaces de cumplir sus objetivos. No se esperaban que la crisis ni la bajada del consumo, pero tampoco que nosotros, la energía eólica, fuéramos capaces de suministrar a la red el 50 por ciento de la producción. Se paga, digamos, por los riesgos asumidos por las centrales de ciclo combinado, pero nadie tiene la culpa de que se apostara por un sector no rentable. Es como si se exigiese ayudas por haber invertido en la industria del sombrero y no alcanzar las ventas deseadas.

¿Obtendrán el respaldo del próximo equipo de gobierno de la Junta de Andalucía?

No tengo ni idea. Esa es una pregunta que debería formularle a los representantes públicos. Estamos a la espera de que se abra la nueva caja de Pandora. Nadie niega de que estamos frente a una situación económica enormemente complicada, pero nosotros no somos parte del problema, sino de la solución. Y ahora más que nunca. Cuanto más energía seamos capaces de producir menos tendremos que importar; la cuenta no varía, un grupo de molinos en movimiento son barriles menos de petróleo y con ello se abandona también sus interdependencias económicas.

¿Las nuevas reglas del juego disuaden a los empresarios dispuestos a invertir? Antes se aludía a las renovables como una oportunidad....

Las oportunidades, actualmente, está limitadas. Estamos en una situación económica muy compleja, pero, a la que, además, se añaden incertidumbres particulares, lo que hace difícil el planteamiento de nuevos negocios. No es cuestión de pesimismo, pero ahora tenemos un muro, el de la moratoria, que no se puede sortear en este tipo de análisis.

¿Será la eólica algún día una nueva alternativa para el modelo económico local?

En cuanto a las alternativas, hay una cosa clara. El futuro no se puede construir basando la economía en algo finito. A nadie se les escapa que el petróleo es un producto limitado, perecedero. ¿Vamos a esperar a que se acabe para desarrollar otros modos de generación de energía? ¿Esperaremos hasta llegar al límite observando cómo se va encareciendo? La ventaja de las renovables es que es una energía inacabable, limpia. Se habla de las nucleares, pero fíjese en su coste, en la baba caliente que tiene ahora mismo Japón.

¿La industria petrolera tapona su desarrollo?

No sólo la petrolera. Antes mencionaba las centrales de ciclo combinado, pero si se fija en la lista de las diez compañías más poderosas del planeta encontrará muchas relacionadas con el sector. Somos un grano de arena en un océano de intereses que son los que realmente impiden que se cambie el modelo económico. Le pongo un ejemplo. Hace apenas seis años únicamente había una empresa de automoción interesada en el coche eléctrico. Ahora la mayoría están desarrollando sus prototipos. Saben que es algo imparable. Otra cosa es que se comercialice.

Imagino que más tarde o temprano se tendrá que hacer la reconversión...

Claro, fíjese por ejemplo, en el principio de las renovables, que surgió como respuesta a los primeros bailes del precio del petróleo tras la guerra de Yom Kipur, en los setenta. Hay que tener en cuenta que entre 1867 y 1973, el precio del crudo se mantuvo estable; lo que significa que no sólo estamos hablando de una dependencia energética, sino de una dependencia energética que depende a su vez de factores políticos e internacionales.

El desempleo alcanza cifras de récord en la provincia. ¿Cuál es la fortaleza laboral el sector?

Las energías renovables, como le decía antes, tienen la facultad de generar riqueza y, sobre todo, empleo sólido. Esto es muy importante; solemos pensar siempre en grandes empresas que suelen crear 300 empleos de una tacada, pero aquí se trata de puestos de trabajo no sometidos a los riesgos de otros sectores. Son empresas difícil de deslocalizar y de desmontar para transplantarlas a otro territorio y eso es una ventaja.

En el caso de la energía solar, el sector defiende el autoconsumo eléctrico. ¿Qué aleja a Andalucía de los niveles de producción de otros países?

Ése es precisamente uno de los grandes retos pendientes. El anterior Gobierno aprobó un decreto que regulaba la actividad con la promesa de completarlo con una nueva ley que debía publicarse en un plazo de tres meses. Se ha cumplido el tiempo y aún no ha sido aprobada, pese a que es un campo que podría generar numerosos puestos de trabajo, además, de importantes ahorros en la energía de las pequeñas y medianas empresas. El objetivo es avanzar en la línea de países como Alemania o Italia, en el sentido de que cada entidad pueda autoabastecerse con sus pequeñas instalaciones.

¿Una sociedad articulada exclusivamente con energías limpias sigue siendo una utopía?

En absoluto, técnicamente es posible y ahí tiene el ejemplo de la isla de El Hierro, que, por sus saltos de agua, y sus características físicas y geográficas puede subsistir con toda la energía autogenerada. Le recuerdo que la eólica ya está preparada para suministrar grandes aportes a la red. Es el camino y más en un contexto energético tan dependiente de productos perecederos.

En la década de la expansión urbanística se revalorizaron los terrenos rurales. ¿Tuvieron muchos problemas para instalarse en la provincia?

Digamos que no fue una constante. Siempre procurábamos buscar espacios propicios para la generación de la energía eólica y, a la vez, poco apreciados urbanísticamente. Nunca quisimos competir con las expectativas de urbanización ni interferir en parcelas reservadas para edificaciones o campos de golf.

Algunas agrupaciones ecologistas se quejaron del impacto de las instalaciones eólicas en la vida de las aves...

Eso fue al principio y, además, en lo que respecta a grupos ecologistas muy locales. Las grandes asociaciones siempre nos han apoyado; representamos una energía verde, una idea de desarrollo sostenible. Lo que ocurrió, insisto, en que cuando empezamos no había precedentes y se dieron desajustes informativos, lo cual es lógico.