La crisis económica no remite y sigue provocando una avalancha de quiebras empresariales que mantienen completamente saturados los dos juzgados mercantiles de Málaga. Según los últimos datos del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), los órganos judiciales malagueños han recibido la entrada de más de 900 concursos de acreedores desde que estalló la crisis en el año 2008. Sólo en este último ejercicio de 2011 se abrieron 266 procesos concursales, la cifra anual más alta registrada hasta la fecha, con un incremento de casi el 30% en relación al ejercicio anterior.

El propio CGPJ, según recuerdan fuentes judiciales, recomienda que cada juzgado no reciba más de 20 nuevos concursos al año. El único apoyo que tienen ahora mismo estos dos juzgados malagueños es el de dos oficinas que cuentan con magistrados, pero sin personal a cargo.

Los números de la provincia de Málaga están además bastante por encima de la media nacional, donde se experimentó en 2011 un crecimiento de sólo el 12,4% para un total de 8.027 procesos concursales, cifra que también marca un nuevo récord del fenómeno empresarial antes conocido como suspensión de pagos.

El presidente de la Audiencia Provincial de Málaga, Antonio Alcalá, no ahorró calificativos para la situación que atraviesan los dos juzgados mercantiles, que tildó de «catatónica» y «esquizofrénica», con apelaciones y piezas pendientes que aún colean de proceso iniciados en el ya lejano 2006. Alcalá comentó que los mercantiles también tienen que lidiar con juicios verbales para asuntos cotidianos como temas de competencia desleal o daños, pero apuntó que es el gran volumen de concursos de acreedores, algunos de ellos como el caso de Aifos con resoluciones complejísimas, los que tienen colapsados a los juzgados.

«Sólo la buena voluntad de las partes, que permite llegar a acuerdos, sirve para paliar algo la situación», apuntó el presidente de la Audiencia, que recordó que, según la última memoria judicial correspondiente a 2010, la actividad concursal en Málaga requeriría del funcionamiento de hasta nueve juzgados de lo Mercantil.

El hecho de que los procesos concursales se demoren durante años tiene también efectos perniciosos colaterales. En primer lugar, son pocas las empresas que pueden sobrevivir a un concurso de acreedores de tan larga duración; de hecho, el 94% de las mismas terminan liquidando sus bienes y desapareciendo. En segundo término, los trabajadores que se van al paro cuando la empresa quiebra y deciden presentarse como acreedores al concurso no pueden buscar otro trabajo, so pena de perder condición de demandantes. Ni que decir tiene que si el proceso se alarga durante años, ese trabajador en paro puede llegar a desesperar, situado en una especie de «limbo laboral».

«Mientas haya crisis económica, el número de concursos va a seguir aumentando. Y el hecho de que los dos juzgados de lo Mercantil de Málaga estén muy saturados hace que los procesos se alarguen entre tres y cinco años, cuando lo ideal para que una empresa sobreviva es que el concurso no dure más de dos», comentan expertos en la materia.

Perfil: mycropymes de la construcción. En general, hay que decir que las empresas malagueñas que se acogen al concurso de acreedores responden mayoritariamente al perfil de micropymes, casi todas ellas con menos de 10 trabajadores, según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE). Tan sólo en un 23% de casos la empresa que se declaró en concurso de acreedores presentaba cifras de empleo de entre 10 y 50 trabajadores. En cuanto a sectores, las firmas relacionadas con la construcción y el sector inmobiliarios siguen siendo las más afectadas por la mala coyuntura económica, al reunir el 30% de las insolvencias registradas en Málaga a lo largo del pasado año.

Al concurso de acreedores también se presentan personas físicas. Pueden ser el caso de administradores de empresas cuyos bienes responden de las deudas de las empresas. Pero también hay otro tipo de personas, de corte más oportunista, que piensan que un concurso de acreedores puede detener el embargo de sus cuentas por deudas que hayan contraído.

LAS CLAVESLa inmensa mayoría de empresas acaba en liquidación de bienes

Los procesos concursales son muy temidos ya que, en la práctica, sólo un 6% de empresas sobrevive, mientras que el otro 94% acaba en liquidación de bienes para saldar las deudas con los acreedores. Una de las causas es la alta duración del proceso pero hay otra: las empresas suelen apurar al máximo su entrada en concurso y acuden sólo de forma necesaria (es decir, denunciados por sus acreedores), ya en fase terminal. El concurso se convierte así en una especie de carta de defunción donde al juez y a los administradores judiciales no les queda más salida que liquidar bienes. Últimamente son cada vez más las firmas que van a concurso de forma voluntaria, lo que da más tiempo para arreglar su situación.

Las empresas grandes, con más posibilidad de sobrevivir

Normalmente, sólo la empresa mediana o de gran tamaño sobrevive, aunque depende también de la pericia de los administradores concursales. El plazo de un concurso oscila entre un año para los más sencillos y cinco de los más complicados, siempre con el lastre de la falta de medios judiciales.