El presidente de Unicaja, Braulio Medel, admitió ayer que la entidad está abierta a nuevas opciones de fusión para seguir ganando dimensión, pero advirtió de que sólo aceptará proyectos que mantengan los altos niveles de solvencia de la caja. «No somos partidarios de ir a adorar al dios de la dimensión», comentó gráficamente Medel, que recordó que el tamaño, por elevado que sea, no es el «ungüento mágico» que libra a una entidad de cualquier peligro. La historia reciente del sistema financiero mundial, según recordó, «está llena de proyectos que, al ir a una mayor dimensión, han fracasado y han llevado a las entidades a la quiebra».

El responsable de la caja malagueña, que con la integración de Caja España-Duero sumará 81.000 millones de euros en activos, apuntó que «puede haber» interés en nuevas operaciones, pero insistió en no «sacralizar» el tamaño sino en mantener «una buena entidad que responda a sus fines». A juicio de Medel, todos los planteamientos deberán pasar, al igual que lo ha hecho la operación con Caja España-Duero, por el filtro de «una marcada especialización territorial» y una adecuada solvencia.

Medel se mostró muy satisfecho por la integración de la caja castellanoleonesa, que les sitúa como el tercer grupo financiero español surgido entre cajas de ahorro. La actividad conjunta de ambas entidades comenzará en cuanto se reciban las autorizaciones administrativas por parte del Ministerio de Economía y el Banco de España aunque el presidente de Unicaja eludió aventurar una fecha concreta.

No obstante, fuentes financieras ya manifestaron hace unas semanas que el plazo podría ser de unos tres meses, lo que apunta a junio como el mes en el que Unicaja Banco comenzará su actividad, con un 70% de la entidad en manos de Unicaja y el 30% restante en poder de CEISS, el banco creado por Caja España-Duero.

El nombre comercial con el que operará el grupo aún no está decidido, pero se tendrá en cuenta «lo que más valora» el cliente de cada entidad para los rótulos de las oficinas. Eso quiere decir que las sucursales de Caja España-Duero podrían seguir operando, de momento, bajo esa denominación.

Otro asunto pendiente es el de la mesa laboral abierta con los sindicatos. Los contactos llevan paralizados desde inicios de año, ya que le reforma financiera del Gobierno obligó a redefinir el plan económico para la fusión. Medel apuntó que el nuevo plan no tiene por qué suponer un «endurecimiento» en la necesidad de reducir gastos de personal.

Los planes de Unicaja y Caja España-Duero comunicados en su momento a los sindicatos pasaban por la salida del 20% de la plantilla –1.800 de un total de 9.300 empleados– a base de prejubilaciones y bajas incentivadas, sin recurrir, en principio, a ningún tipo de medida traumática.

Medel resaltó que hay una necesidad «muy importante «de reducir costes, aunque aclaró que la coyuntura económica invita a todas las entidades a acometerlos, al margen de los proceso de integración en los que estén inmersos. A su juicio, el sistema financiero español está sujeto a una «reconversión» a la que Unicaja no es ajena.