Los padres acusados de maltratar a sus bebés gemelos de dos meses, uno de los cuales falleció en el hospital --por lo que también están acusados--, han negado los hechos, pero ambos han coincidido en que el otro sí admitió el maltrato. El hombre ha reconocido que el bebé que murió se le cayó en la bañera días antes de fallecer y ha dicho que su pareja tenía problemas con el alcohol; mientras que ella ha señalado que su compañero también la golpeaba.

El juicio ha comenzado este martes en la Sección Tercera de la Audiencia de Málaga y continuará el miércoles con las declaraciones de los forenses. La Fiscalía les acusa de los delitos de asesinato, maltrato y lesiones y solicita para él 29 años de prisión y para ella 27 años de cárcel, así como el pago de una indemnización de 100.000 euros por el fallecimiento y por los daños causados al bebé que sobrevive, que está a cargo de la abuela materna.

La pareja se conoció a finales del verano de 2008 y la mujer dio a luz a los gemelos en agosto de 2009. El ministerio fiscal sostiene en su escrito provisional que los acusados "lejos de cumplir con su obligación de asistir a los bebés, les maltrataron de modo continuado, desatendiéndoles y golpeándoles repetidamente" hasta que en octubre de ese mismo año fueron al hospital ante la gravedad de uno de los niños, que falleció dos días después.

El hombre ha sido el primero en declarar y ha asegurado que él nunca pegó a sus hijos. Sí ha explicado que un día estaba bañando a uno de ellos en la bañera y "se me resbaló" y se pegó en la cabeza. Ha indicado que el pequeño no lloró mucho y luego comió y durmió "como siempre", aunque al día siguiente empezó a encontrarse mal y fueron al hospital. Además, ha aseverado que los dos estaban bien alimentados.

El acusado ha dicho que su pareja tenía problemas con el alcohol, incluso durante el embarazo, y que un día cuando cambiaban el pañal a uno de los niños vio que tenía moratones y ella le dijo que creía que les había pegado, "pero que no lo recordaba porque había bebido". Ha relatado que entonces tuvieron una pelea, pero decidieron seguir juntos y no ir al hospital porque "nos iban a quitar la custodia y nos dejamos llevar".

En este sentido, ha reconocido que no se considera un buen padre "porque cuando vi los moratones tenía que haber denunciado a mi pareja" y ha admitido que en parte se siente "culpable" de la muerte de su hijo porque se le resbaló, aunque nunca pensó que eso podía ocurrir. Ha manifestado que en el hospital y en sus primeras declaraciones policiales dieron otras versiones por "miedo" a que les quitaran los bebés.

La madre ha negado, igualmente, que maltratara a sus bebés y ha precisado que un día cuando cambiaba el pañal a uno de ellos le vio un hematoma. Le preguntó a su compañero y éste "me dijo que no sabía, que se le nubló la cabeza como le pasaba cuando me pegaba a mí". Ha apuntado que no dijo antes que la maltrataba porque "tenía mucho miedo", aunque, ha apostillado, "es verdad también que lo quería mucho".

La acusada, que ha llorado durante su declaración por lo que se ha tenido que parar unos minutos la vista oral, ha dicho que no tiene problemas con el alcohol y que cuando vio el moratón que tenía su hijo "se me vino el mundo encima". A pesar de que, según los informes forenses, los niños tenían cinco costillas rotas cada uno, los procesados han aseverado que eran unos bebés "tranquilos", no lloraron más de lo normal cuando tenían hambre.