El viento hace cabrillear la superficie del agua, que tiene como horizonte los pisos del nuevo barrio de Soliva. Alrededor, matas espigadas de anea acompañan la brisa con su vaivén.

Los primeros habitantes de esta urbanización, llegados en 2008, descubrieron en este paisaje en el que todavía sobreviven algunos olivos, una laguna a pocos metros del primer bloque del barrio, en la actual calle Ramón Ramos Martín. «Nosotros fuimos los primeros en llegar aquí pero luego, al poco tiempo, le pusieron una valla a los terrenos de la laguna», cuenta Rafael Vara, un vecino.

La laguna en cuestión ya es conocida por los habitantes del barrio como la de Soliva, y a pesar de que el terreno está vallado, alguien ha practicado una entrada de urgencia, lo que permite a muchos pasear por este trozo de campo, a veces acompañados de sus mascotas.

Como explica Juan Antonio García, presidente de la asociación sin ánimo de lucro Unión Alternativa Málaga, la idea más extendida es que la laguna se formó de manera artificial. «Un vecino me dijo que esta era una antigua cantera de la que extraían algún tipo de material, llegó un momento en que las extracciones alcanzaron la capa freática y emergió el agua», comenta, al tiempo que destaca que la laguna de la Barrera en la Colonia de Santa Inés, de donde se extraía la arcilla para la fábrica de ladrillos, tuvo el mismo origen.

De la antigüedad de la laguna no hay datos entre los vecinos, entre otras cosas por lo reciente del barrio, aunque una vecina apunta que ya existía en 2006, cuando en Soliva sólo asomaban algunos cimientos.

«Queremos dar a conocer la laguna a los malagueños porque les hablas de ella y se creen que es la de la Colonia de Santa Inés. Esta es más pequeña pero también es un ecosistema con seres vivos», destaca.

Un grupo de vecinos se adentra en los terrenos vallados, mientras asegura desconocer si se trata de una parcela pública o privada y el destino que tendrá. «El agua cae por ahí», dice una vecina mientras señala un corte de tierra. Los alrededores de la laguna, donde crece la anea –la planta con la que se fabrican los tradicionales asientos de las sillas– están inundados de agua. «¿Cómo van a construir aquí?, la Naturaleza es la Naturaleza y arrasa con todo», señala.

Al aproximarse a la laguna, el grupo aminora el paso. «Es para no espantar a los patos», dice un vecino. Sin embargo, nada más llegar no hay aves, aunque sí es habitual verlas. «El otro día vi un águila», asegura Rafael Vera, que comenta que la profundidad de la laguna «es de dos o tres metros». También constatan los vecinos la presencia de patos, carpas y gaviotas. Lo de las gaviotas se entiende porque, al otro lado de un monte cortado que resguarda un lateral de la laguna, se encuentra el vertedero de Los Asperones. «Muchas veces nos llega el olor y es tremendo», cuenta una vecina.

También hay basura en el entorno de esta zona verde, por eso el responsable de Unión Alternativa Málaga pide que el Ayuntamiento tome medidas. En primer lugar, si el terreno está en manos privadas, considera Juan Antonio García, que «el Ayuntamiento tiene mecanismos para que este terreno pase a ser público». En este sentido, considera que se puede combinar un parte de la parcela edificada y la otra en la que la laguna permanezca sin tocar.

«Queremos que se mantenga, que se limpie y que se convierta en un parque para el disfrute de los vecinos de Soliva y de Málaga», resume el presidente.

El concejal del Puerto de la Torre, Luis Verde, informó a La Opinión de que se reunirá con este colectivo de Soliva la semana que viene para estudiar sus demandas y de paso para conocer la propiedad y el destino concreto de los terrenos.