«El tramo de la avenida de Ortega y Gasset desde Juan XXIII hasta el Palacio de Ferias no existe para el Ayuntamiento», critica Joaquín Béjar, que desde hace cinco años vive en la vecina calle Alpandeire. Ayer le acompañaba el concejal socialista Manuel Hurtado, con quien recorrió los puntos más conflictivos de la zona, empezando por el número 131 de la avenida. Se trata de una antigua fábrica de puertas, convertida en un gigantesco solar, con entrada libre para el público.

Manuel Hurtado llama la atención sobre la inseguridad de la entrada, con un muro seriamente agrietado y unos tubos fluorescentes rotos, «que son un peligro, sobre todo con viento». «Yo paseo con los nietos y tengo que cambiar de acera», añade Joaquín Béjar.

En el interior, algunas personas han montado dos huertas y puede verse acumulación de colchones, ropas, planchas de uralita y electrodomésticos rotos. Joaquín Béjar señala los cristales rotos en las ventanas y el estado lamentable de unos servicios en los restos de la fábrica. «Con esto se crea un estercolero gratuito y espontáneo y aparecen ratas», critica Manuel Hurtado, que pide que el Ayuntamiento tome medidas y en caso de que la propiedad no cierre y adecente el solar, lo haga el Consistorio de forma subsidiaria.

Además, resalta la situación de este solar, «en una avenida tan importante como Ortega y Gasset, eje del barrio que comunica con el Palacio de Ferias».

También hay quejas por un jardín de la calle Alpandeire, que los dueños de perros conocen como «descampado» y que es utilizado, al menos la mitad de él, por los perros. «Aquí todos los perros vienen a hacer caca, que pongan otro tipo de plantas que pinchen, como en la otra parte del jardín, para que no se metan», pide Inés Sánchez, una vecina.

Por otro lado, también critica el sistema de riego de esta zona verde con una marcada inclinación. «Riegan cada dos meses, dejan la manguera puesta, el agua va abajo y nos inundan todo», señala.

El paseo continúa por la parte trasera del cementerio de San Rafael, cuyo muro presenta una imponente doble grieta en forma de «uve». «Cualquier día se puede caer encima», destaca Joaquín Béjar, mientras pasea por el lateral exterior del camposanto, con un acera llena de hierba. Enfrente, un enorme solar también repleto de maleza y con la valla rota.

Ya en el Camino de San Rafael, frente a la sede de la EMT, el concejal socialista muestra un jardincito vallado y sin cuidado alguno, que sirve de depósito de varias tuberías de riego automático. «¿Dónde están aquí nuestros representantes municipales si no se preocupan?», dice, al tiempo que llama la atención sobre el contraste entre esta zona de Málaga, a su juicio desatendida, y la cercanía de lo que será la futura manzana verde, anunciada esta semana por el alcalde y que se ha llevado toda la atención informativa. Hurtado también resalta la enorme extensión de hierba de gran altura junto al cementerio en la parte del Camino de San Rafael.

«Esta es una zona de botellón», comenta Francisco Duarte, en un comercio de la calle Juan Gris, una calle presidida por un gran socavón. «Y llama la atención porque esta zona son arterias nuevas», apunta el concejal.

Según explican Francisco Duarte y Joaquín Béjar, la presencia de discotecas favorece este botellón, que se suele realizar en una enorme parcela de esta calle. «Y también hay carreras de motos», apunta este último vecino. En la calle Juan Gris tienen además la vecindad de la antigua fábrica de Siemens o lo que es lo mismo, un polvo azulado que acrecienta su sensación de vivir en una zona de Málaga que necesita mejorar.