No es un cuento. El clima del planeta está cambiando, forzado por la mano del hombre, más contaminante que purificante. Francisco Acedo lo pudo comprobarlo en el Círculo Polar Ártico, como director de la expedición Testigos del deshielo. Ayer, narró su experiencia en Estepona.

¿Cómo decide hacerse expedicionario?, ¿es una vocación del estilo «de mayor quiero ser...»?

Siempre he estado haciendo viajes pero sin proyectos organizados. La expedición más potente que hice antes de este proyecto fue en 2010. Di una vuelta al mundo submarina. Durante un año, viajé en un barco científico ruso por destinos de buceo pero huyendo del turismo. Uno de estos destinos fue la Antártida. Eso me descubrió el mundo polar.

¿Cuál era el objetivo en su última expedición, Testigos del Deshielo?

Realizar un estudio medioambiental con la Universidad de Córdoba. Hemos ido entrevistando a los pobladores del Ártico. Hemos grabado un documental. El enfoque era tomar la opinión y la realidad de lo que la gente sufre allí.

¿Qué le han contado?, ¿sufren las consecuencias del cambio climático?

Ellos lo tienen muy claro. Quienes más las sufren son los cazadores inuits, que aquí conocemos como esquimales, aunque es una palabra mal dicha. Me hacían un dibujo en el que reflejaban cómo había ido desapareciendo el hielo año tras año.

¿Y cómo les afecta?

Ahora, sin hielo, no pueden ir a cazar como ni adonde antes. Tienen que dar rodeos. Los osos también lo tienen más complicado para ir a cazar y se acercan a los poblados, lo que provoca encuentros peligrosos. El hielo, además, es cada vez más fino y cuando practican la pesca polar, esa que conocemos por el agujero en el hielo, corren un gran riesgo. Si el hielo se rompe y caen al agua, están muertos en cinco o diez minutos por las bajas temperaturas.

¿Desde cuándo notan estos cambios?

Desde hace más o menos unos cinco años. La capa de hielo de Groenlandia pierde miles de metros cúbicos cada año.

¿Qué le ha llamado la atención de esta población?

Lo aislados que están del mundo. Tenemos mucha información de África, de lo mal que lo pasan, pero no sabemos nada de los problemas que los inuits tienen allí. Es una población olvidada por estar en un lugar tan remoto. Tienen elevados índices de alcoholismo y de suicidios por depresión. Incluso tienen un alto índice de suicidio infantil.

¿Por qué?

Por los seis meses de oscuridad, la falta de luz. Ahora les va llegando un poco de información a través de internet y ya la gente joven ve las posibilidades que tienen si quieren salir fuera.

Tras su viaje, ¿qué meta persigue con sus charlas?

Quiero que la gente sea testigo del deshielo, de lo que ocurre allí, que lo vea en primera persona. Se trata de traer esa realidad que, por estar tan lejos, parece que no ocurre. Hay gente sufriendo mucho.

¿Qué podemos hacer aquí por ellos?

Es complicado, aparte de las primeras cosas que uno hace, como reciclar o utilizar el transporte público para contaminar menos porque las compañías son las mayores contaminantes. Me conformo con la que las nuevas generaciones sepan qué ocurre y tomen conciencia de ello. Se trata de educar.