Puede parecer un busca, pero un infusor de insulina es un termómetro que mide la calidad de vida del paciente con diabetes tipo 1 ya que, gracias a estos aparatos, quienes los utilizan han mejorado sus niveles de insulina y el descontrol de la glucosa ya forma parte de otro tiempo.

En Málaga, un total de 350 pacientes son usuarios de infusores de insulina, que evitan los cinco pinchazos diarios con los que normalmente se automedican quienes padecen esta enfermedad. De este modo, durante tres días, el infusor permanece en su lugar –la barriga, el pecho– hasta que al cuarto hay que cambiar la cánula.

Así, el dosificador proporciona durante las 24 horas del día insulina a la conocida como línea basal, con la que se cubren las necesidades basales y diarias recomendadas. Además de esto, el paciente se administra al menos tres bombas o dosis minutos antes de hacer una ingesta, aunque debe hacerlo en todas las ocasiones en que vaya a comer.

La responsable de la unidad de Gestión de Endocrinología y Nutrición de Carlos Haya, Marisol Ruiz de Adana, explica que los infusores les hacen la vida más cómoda a los pacientes, pero recuerda que en ningún caso les quita trabajo, pues ellos tienen la última palabra a la hora de decidir las dosis.

Así, la doctora explica que cuando un paciente padece diabetes tipo 1 y se le observa como candidato para llevar un infusor, se les proporciona mucha información y se le hacen muchas preguntas, aunque reconoce que estas personas, con un cuidado de sí mismas envidiables, son muy responsables y, por tanto, cuidan los aparatos como si fuesen suyos. De este modo, cuando se les da por primera vez, se les vigila durante 24 horas y a las siguientes 24 reciben una llamada de telemedicina, que les controla los niveles de glucosa. Después, acuden una vez a la semana durante el primer mes y luego lo hacen de manera mensual durante un trimestre. Cuando ya pasan estos filtros, acuden cada tres meses para regular los niveles y explicar sus impresiones.

«Ayuda a controlar la hiperglucemia y la hipoglucemia», apunta la endocrinóloga, que reconoce que con esta medida no es que mejore la salud del enfermo, sino que gana en autonomía.

Estos dosificadores se utilizan desde 1998, aunque no fue hasta 2003 cuando la Junta de Andalucía decidió incorporarlos. Un año después el Sistema Nacional de Salud los recomendó. Aunque solo se utiliza para diabéticos del tipo 1, sólo el 30% de estos lo tiene, «dan mucho trabajo», recuerda la doctora, que indica que hay más de mil instalados en toda Andalucía, cuyo coste ronda los 300 euros. Así, reconoce que la Consejería de Salud no pone trabas a invertir en diabetes. «Y eso, es invertir en salud».

Ruiz de Adana apunta que los infusores se usan los 365 días del año, las 24 horas del día, aunque puede desconectarse para ducharse, tomar el sol, hacer ejercicio o mantener relaciones sexuales. «Puede desconectarse desde una hora hasta 24, siempre que el paciente lo tenga presente a la hora de programar la línea basal», dice. Además, estos cuentan con una pauta de rescate, la insulina basal y también las multidosis anteriores.

Los diabéticos que usan estos dosificadores no pueden dejar de hacerse cuatro análisis diarios para comprobar los niveles, y los hay desde niños hasta ancianos. Marisol Ruiz de Adana explica que usar este aparato requiere de los cinco sentidos, y es que informa de que aunque se ha intentado dar bombas a terceros, finalmente la iniciativa no ha cuajado porque deben ser «autosuficientes».

Además, hay 20 pacientes con infusores sonoros para controlar los niveles de glucosa que avisan en caso de subidas o bajadas. De estos, diez lo tienen a tiempo completo, aunque reconoce que les coarta en el día a día, porque suena de manera insistente y muy sonora.

Por su parte, la paciente Begoña Toro, de 47 años, explica que lleva tres años con el infusor, que le regula y monitoriza los niveles de glucosa. «Antes perdía el conocimiento y no me daba cuenta, me tenía que hacer análisis antes de coger el coche y no me atrevía a ir sola. Ahora llevo una vida normal con las dosis continuas, y solo lo desconecto si voy a la playa».