Unos se indignan. Se sienten frustrados, engañados y utilizados. Otros, sin embargo, suspiran de alivio. Se han quitado un peso de encima, porque era muy difícil que les diera tiempo a estudiárselo todo después del último e imprevisto cambio de temario. Aunque es una extraña minoría. Pero ahora va a ser que no, que ni los temas de antes ni los de ahora. No habrá oposiciones docentes en Andalucía. El Consejo de Ministros del viernes acordó impugnar las oposiciones docentes convocadas por la Consejería de Educación de la Junta de Andalucía, una oferta que asciende a 2.389 plazas de especialidades de Secundaria, Formación Profesional y Enseñanzas de Régimen Especial. Y lo ha hecho en el último momento, dejando seis mil proyectos de vida en el aire y hundiendo las esperanzas de todos estos opositores malagueños.

Era lo que les faltaba a estos aspirantes, a los que han mareado hasta la extenuación y han visto cómo en menos de un año han tenido que prepararse dos temarios distintos, se han visto obligados a hacer, pagar y aprobar un máster universitario que ahora se les exige, han asistido a la batalla contra el decreto 302, con el que la Junta les enfrentaba, sin comerlo ni beberlo, a los interinos... y han mantenido una incertidumbre nada saludable, que les afectaba incluso a la hora de ponerse a estudiar, porque apenas si podían concentrarse.

Con esta impugnación, el proceso se paraliza hasta que no se pronuncie el Tribunal Constitucional, que ahora dispone de cinco meses para hacerlo, por lo que podría no encontrarse una solución hasta septiembre, cuando las pruebas iban a tener lugar en julio. O ni siquiera eso, porque este plazo el Constitucional sólo tiene que decir si admite o no el recurso del Gobierno. La sentencia podría demorarse aún más.

«Llevan un año jugando con nuestro dinero y nuestro esfuerzo», se quejaba ayer Rosalía Romero, una de las opositoras afectadas, que lleva desde septiembre pagando 175 euros mensuales por prepararse en una academia particular. «He hecho un cálculo y llevo invertidos unos 1.500 euros, y porque en la academia donde estoy nos dan los temas y con esa cantidad de dinero nos hacen exámenes y un seguimiento», explica.

En la misma situación de Rosalía se encuentra Lorena Codes, que también estaba preparándose las oposiciones a profesora de Lengua Española y Literatura. Aunque ella se ha gastado algo más: 180 euros al mes en una academia desde septiembre. «Siento mucha rabia, mucha indignación por ver cómo se nos ha tratado como simple moneda de cambio política, pero por parte de ambas administraciones. Nosotros no señalamos sólo al Gobierno del PP, aunque haya sido el que ha tomado la última decisión, sino que antes de las elecciones ya se produjeron cambios de temarios y cambios de decretos. Nos hemos sentido maltratados continuamente», asegura. Y culpa también a la Consejería de Educación por no haber tratado de encontrar una solución al conflicto, sabiendo que el Gobierno central podía recurrir la convocatoria, como finalmente ha hecho.

Los opositores se lo juegan todo a una carta. La apuesta es arriesgada. En ella invierten no sólo recursos económicos, sino mucho sacrificio e incluso decir que no a alguna oferta de trabajo alternativa. «Era una oferta de trabajo temporal, que me podría haber abierto alguna puerta puntual, pero preferí centrarme en las oposiciones», reconoce Codes.

Grandes sacrificios. Los opositores también se privan de cualquier tipo de ocio y diversión. El relato puede resultar demoledor. María del Mar España, por ejemplo, desempleada desde 2010, lleva dos años preparándose las oposiciones que iban a celebrarse este mes de julio. Primero hizo el máster el año pasado y éste último se ha dedicado a estudiar, «con muchísimo esfuerzo. Me he levantado antes de que salga el sol y me he acostado muy tarde. Más de doce horas diarias al estudio desde septiembre para que ahora vengan a romper mis ilusiones», se lamenta.

«Yo quiero seguir apostando por esto porque quiero ser profesora y llevo mucho esfuerzo y camino andando para que nos destrocen en un segundo mi proyecto de vida», añade.

Los opositores confían en que el Tribunal Constitucional ahora sea consciente de la realidad y no se «deje influir por el juego político» y permitan de nuevo la convocatoria de oposiciones. «Si no todas las plazas, sí al menos ajustadas a la tasa de reposición del 10% que marca la nueva normativa», insiste Lorena Codes. «Creo que sería el mejor escenario posible».

Por eso, la mayoría de los opositores van a seguir estudiando, prolongando la espera y la incertidumbre, pero confiando en que, finalmente, puedan celebrarse los exámenes. «Nos esforzamos el triple, damos más cursos, seguimos todas las reglas y nos siguen vapuleando a su antojo... que por lo menos demuestren que les importa la educación pública y que confían en la vocación de los profesores», piden los opositores malagueños.