Juan Antonio Perles se mantiene al frente del Vicerrectorado de Estudiantes de la UMA. Tras las elecciones en la universidad, en las que Adelaida de la Calle revalidó su cargo, Perles se ha mostrado como uno de los insustituibles. En realidad, su trabajo le ha hecho repetir, por tercera vez, al frente de esta importante área de gobierno de la institución. Ahora asiste con preocupación a los recientes anuncios del Gobierno para recortar en educación superior. El vicerrector teme que la UMA pierda alumnos al endurecerse los requisitos para acceder a becas y se muestra crítico tanto con el decreto aprobado por el Consejo de Ministros como con las declaraciones de José Ignacio Wert.

¿Cuál es el papel de la universidad en la tramitación de las becas que concede el Ministerio?

La universidad venía funcionando como si fuéramos oficinas del Ministerio de Educación en esta materia. Servíamos de apoyo local para la resolución de algunas becas en las que pudieran existir dudas. Por ejemplo, si un alumno no cumplía los requisitos académicos por cuestiones sociales o de enfermedad, decidíamos si se otorgaba o no. Pero no somos los que ponemos el presupuesto, participamos en su concesión, pero no las concedemos ni tenemos un presupuesto.

¿Le preocupa que la UMA pueda perder estudiantes, a pesar de que el ministro haya matizado que se mantendrá el dinero, aunque se endurezcan los requisitos para mantenerla?

Si el alumno cumple, se le da la beca. Si a partir de ahora se endurecen los requisitos o se cambian, habrá alumnos que no podrán pagar sus matrículas. Hasta ahora había que superar un porcentaje de créditos mínimos para mantener las ayudas: el 60% para las carreras técnicas y el 80% en el resto. Esta prebenda hacia las técnicas existe porque se considera que son asignaturas más difíciles. Si el alumno superaba esa criba, la universidad cruza los datos con la Agencia Tributaria para ver si cumple las normas de renta. Lo que no sabemos aún es si el Ministerio, que ahora dice que va a mantener el dinero de las becas, va a mantener también el status quo.

En pocas palabras, según el Gobierno, si el alumno sigue cumpliendo los requisitos tendrá beca porque no son ayudas competitivas.

Este año estudian con beca del Ministerio en la UMA unos 3.000 alumnos más que el año pasado. La cifra alcanza los 11.000, casi un tercio del total. Esta misma situación se habrá reproducido en todas las universidades. Es decir, la crisis habrá disminuido los umbrales de renta de muchas familias porque estamos en plena recesión, luego el próximo curso serán más los alumnos que necesiten una beca y no sé hasta qué punto puede ser sostenible en este escenario en el que estamos.

¿Cree que estas medidas de ajuste son necesarias?

De un día para otro el Gobierno está tomando medidas que rompen consensos que estaban establecidos desde hace tiempo. El decreto aprobado hace dos semanas por el Consejo de Ministros, revela, además, cierto desconocimiento de cómo funciona la universidad.

¿Por qué lo dice?

Igual que el escenario de becas actual contempla diferencias para las técnicas, el decreto establece la posibilidad de subir la horquilla de los precios públicos y penaliza y las segundas o terceras matrículas, pero no tiene ningún grado de corrección en el tema de las ayudas. O ha existido cierta premura a la hora de aprobar este decreto, o se ha hecho sin pensar demasiado o es que quizás no se conoce por dentro la universidad lo suficiente. Creo que es una percepción que la CRUE le ha hecho ver al ministro en las últimas entrevistas.

Wert ha sido duro al calificar el trabajo en las universidades españolas. ¿Cómo califica la actuación que está llevando a cabo al frente del Ministerio?

El discurso de Wert es insultante hacia las universidades. Yo no oigo a la ministra de Trabajo hablar mal de los sindicatos o a la de Sanidad hablar mal de los hospitales. Sin embargo, Wert sí nos ha dicho que somos ineficientes. No veo que se le suba las horas de trabajo a los profesionales de la salud, pero a los profesores sí en una especia de ERE encubierto, que denuncian los sindicatos. Con sus palabras y acciones demuestra cierta hostilidad hacia la educación.

Sin embargo, parece justo que la Universidad tenga que controlar el gasto.

Eso ya existía por parte de la comunidad autónoma. Las universidades andaluzas teníamos la obligación de no endeudarnos. El decreto también lo dice, es cierto, pero es un tanto que el Ministerio se quiere apuntar cuando eso ya ocurría en Andalucía.

La Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas (CRUE) comparte que tengan que ser repetidores quienes asuman un desembolso mayor al volver a matricularse.

No parece insensato, pero no todas las titulaciones tienen la misma dificultad. Sería necesario introducir principios de corrección como ocurre ahora con las ingenierías. Si no, lo único que se va a conseguir es un mayor nivel de abandono, porque la gente no va a poder pagar. Van a acabar abandonando en titulaciones que ahora tienen menos interés y son menos demandadas. No sería razonable, después de la gran inversión que se ha realizado en infraestructuras, talleres o laboratorios, que los profesores estén con los brazos cruzados porque no tienen alumnos a los que enseñar.

¿Cree que Andalucía puede permitirse tener diez universidades públicas?

Aunque ahora parezca que no, ha habido momentos que sí. Además, todo será en función de con quién nos comparemos. En Finlandia, por ejemplo, un país con cinco millones de habitantes, hay 17 universidades. En Austria, con ocho millones de habitantes, hay más de 40 universidades. Una universidad sirve para formar a los estudiantes, pero para muchas más cosas. Si hay universidad, la sociedad cambia, se modifica, da un aporte a la sociedad que va mas allá del aporte educativo, culturalmente hablando, permite la transferencia de conocimiento... Es una inversión que se hace, como otros niveles educativos. No debería entenderse como un gasto.

¿Qué cree que hará la Junta? El Ministerio deja en manos de las comunidades autónomas aplicar el aumento de las tasas.

La Junta tiene que aplicar recortes para responder a su situación de déficit. Y siempre existe la espada de Damocles de la intervención para aquellas que no cumplan. En Andalucía siempre se ha pagado la escala baja de la horquilla. Soy consciente de que la Junta siempre ha sido sensible a las necesidades de los estudiantes y las tasas no se han tocado. Los alumnos se alarmaron mucho con la aplicación del Espacio Europeo de Enseñanza Superior. Llegaron a decir que sólo era una estrategia para privatizar la universidad y luego se ha demostrado que no era así.

¿La educación superior en España es barata?

El modelo de tasas universitarias es mejorable por muchas razones. Debería aplicarse una escala progresiva. Que las familias que más tienen paguen más y las que tienen menos, menos. Se llegó a aplicar en el Reino Unido, atendiendo a la renta de las familias y la capacidad del esfuerzo para afrontar los pagos. Lo justo sería eso y deberían ir los ajustes por ahí.

¿Cuál será la primera consecuencia si la Junta sube los precios públicos de las tasas de matriculación?

Cada vez tenemos más estudiantes mayores y estudiantes a tiempo parcial. El modelo de estudiante joven, veintañero, es cada vez menos común. Y estos alumnos van a mirar mucho más las matrículas y serán más cicateros, ya que al ser más caras, van a tener más miedo al fracaso. Las tasas de no presentados, que ya son altas, van a subir aún más; o las peticiones de anulación de matrículas, para que no cuenten como segunda matrícula y no cuesten mucho más. Cuando la situación se hace más dura, el ingenio se agudiza porque la necesidad aprieta.

¿Y un alumno asumiría este sacrificio económico sabiendo que luego va a tener muy complicado acceder al mercado laboral?

Esa es otra. Porque estamos invirtiendo para proveer profesionales al extranjero, ya que allí les ofrecen mejores sueldos. Esa inversión que hacemos en educación muchas veces no revierte en la sociedad, aunque se trata de un capital humano que tenemos y que como he dicho tiene un efecto social, a la hora de cómo la sociedad se organiza. El ideal ilustrado caminaba por esa vía y cada día nos creemos más que la educación arregla problemas sociales.