Traficaban con estupefacientes, blanqueaban grandes sumas de dinero y organizaban peleas ilegales de gallos a los que drogaban con anabolizantes para sobreexcitarlos en los combates. Éstas son las presuntas actividades a las que se dedicaba una organización desarticulada en la barriada de las Albarizas de Marbella. Los doce registros domiciliarios han dado de sí cinco kilos de heroína, cuatro de oro, ocho vehículos, otras tantas motocicletas, 75 aves y un pequeño ring a modo de tentadero.

La Policía Nacional ha detenido a un total de 27 personas que se dividían en dos clanes matriarcales. Fuentes cercanas al caso aseguran que dos mujeres de 44 y 49 años estaban al frente de una organización «perfectamente estructurada» y cuyos miembros cambiaban con frecuencia de domicilios y realizaban obras en el interior de los mismos para unirlos y así dificultar la investigación policial.

Según informó ayer la Comisaría Provincial de Málaga, los hijos de las matriarcas y sus respectivas parejas sentimentales seguían la cadena de mando de una red en la que, según la policía, se practicaba «la esclavitud de la droga», ya que los miembros que ocupaban los últimos puestos se encargaban de la venta de droga, vigilancias para alertar de la posible presencia policial y otras funciones de servidumbre como limpiar el coche, hacer la compra, quitar escombros o pintar las viviendas. «Trabajaban a cambio de una dosis diaria altamente adulterada». En uno de los registros, los policías comprobaron cómo uno de los detenidos había blindado su vivienda con rejas de hierro para dificultar la entrada de los agentes y poder arrojar parte de las dosis de la droga por el retrete. No tuvo suerte, ya que los agentes de la Unidad de Subsuelo las recuperaron de la arqueta del bajante de la vivienda.

Los investigadores aseguran que, para evitar la acción policial, los clanes habían perfeccionado sus técnicas de evasión policial y judicial. Entre ellas destacan cómo los detenidos llegaban a construir trasteros en las zonas comunes de los bloques de viviendas que usaban para guardar elementos del delito. Así, en caso de que una investigación les afectara, eludían la acción judicial al encontrarse en una zona propiedad de la comunidad de vecinos, apuntaron fuentes oficiales de la Policía Nacional, quienes añadieron que los miembros de la organización se vendían los pisos entre sí por unos 30.000 euros sin contrato ni registro legal. «De esta manera dificultaban la identificación de los dueños o inquilinos del domicilio en el que distribuían la droga», aseguró la Policía Nacional, cuyos investigadores aseguran que los detenidos también tenían tiempo para la crueldad. Y es que además de las 75 aves intervenidas en la operación, los agentes encontraron durante los registros anabolizantes y esteroides con los que creen que drogaban a los animales y así conseguir que fuesen más violentos y resistentes durante las peleas.