Málaga parece vivir de espaldas a sus grandes monumentos artísticos, aquellos que marcan su señas de identidad y que hoy día, siglos después, prestarían un gran impulso al turismo cultural que las autoridades dicen apostar en teoría. Lo cierto es que apegados al turismo de sol y playa, la ciudad aún no ha sabido sacar partido a su importante patrimonio histórico y hacer bandera de sus monumentos.

Sólo así se explica que el proyecto de rehabilitación y reforma de la ladera norte de La Alcazaba, que ha permitido devolver la vistosidad a este espacio olvidado y, sobre todo, que permite una conexión fácil entre el Teatro Romano y La Coracha lleve un año terminado, sin que el Ayuntamiento haya decidido inaugurarlo y abrirlo para el disfrute ciudadano.

El delegado de Urbanismo, diego Maldonado, admitió que el proyecto –«que es magnífico»– lleva un año esperando ser inaugurado. ¿Por qué no se ha hecho hasta ahora? La respuesta de Maldonado es conciliadora: «En este tiempo hemos estado estudiando el mejor uso para este espacio, que es un espacio singular, para conservarlo con el respeto al medio ambiente que requiere esta zona, que hunde sus raíces en la historia de la ciudad».

Maldonado explicó que hace «varios días» visitó el lugar «y vimos las enormes posibilidades que tiene este espacio tras el trabajo realizado» y anunció que auspiciaría una reunión con «varias áreas municipales que tienen que ver en la gestión de este espacio para estudiar el modelo de gestión compartida para que podamos abrirlo lo antes posible a los ciudadanos». Lo que significa que todavía no hay fecha para su apertura.

El proyecto, que tiene como responsable al arquitecto Iñaki Pérez de la Fuente y su equipo, supuso primero limpiar y recuperar esta ladera del monte que era usada como zona para apilar escombros y aparcamiento. A partir de ahí se construyeron dos caminos para facilitar la visita a las murallas de la Alcazaba y la parte superior del Teatro Romano, dando más posibilidades al turista y al malagueño de conocer este conjunto histórico.

El primer camino parte desde la calle Mundo Nuevo y recorre el límite de la muralla. Está realizado en trinchera, de forma que está integrado en el terreno y apenas se aprecia desde la calle.

El segundo camino parte desde la calle Cilla, detrás del cine Albéniz. Es un paseo sin apenas impacto en el terreno y se conecta con el superior mediante una escalera, que es quizá el elemento más llamativo de la actuación.

La tercera pata del proyecto ha sido la plantación de árboles que mejorasen esta parte del Gibralfaro. Más de 80 pinos carrasco, el mismo que crece en el resto del monte, fueron plantados.

Lo fundamental es que esta actuación permite conectar el Teatro Romano del siglo I y la Alcazaba musulmana del siglo XI, a la sombra del castillo de Gibralfaro. La rehabilitación de la ladera permite reconquistar su original condición paisajística y entender esta zona del monte como una parte del patrimonio natural necesario para enmarcar debidamente los monumentos a los que sirve de emplazamiento.