Manuel Elkin Patarroyo nació en 1946 en el seno de una humilde familia de Ataco (Colombia). El esfuerzo de sus padres le permitió estudiar hasta convertirse en el insigne inmunólogo que a finales de los 80 descubrió la vacuna contra la malaria. Aunque su eficacia era de un 30%, en la práctica salvó un millón de vidas al año (se calcula que en aquella época morían tres millones cada ejercicio, sobre todo en zonas subdesarrolladas). Patarroyo, actual director del Instituto de Inmunología de Colombia, rechazó una oferta millonaria de una multinacional farmacéutica por la patente, que donó a la Organización Mundial de la Salud (OMS) haciendo gala de «la ética de la solidaridad» que predica allá por donde va. El sida, el cáncer, la lepra o la tuberculosis han sido otros de los frentes en los que logró importantes avances. Asegura que la falta de financiación y la competencia desleal de otros países en la carrera por una nueva vacuna han retrasado dos años la patente en la que ya trabaja y que supondría prácticamente la desaparición de la malaria. Cercano, bromista y reflexivo, el Premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica de 1994 analiza en esta entrevista su lucha por lograr una medicina más humana.

La vacuna contra la malaria, que usted descubrió y ensayó entre finales de los ochenta y principios de los noventa, supuso un hito en la medicina moderna. ¿Es consciente del número de vidas que ha salvado?

No, realmente lo que sucede es que la primera vacuna se aplicó a cerca de 100.000 personas. De eso soy consciente. Lo que sucedió es que con esa dejamos de trabajar en 1996, para buscar lo que actualmente ya hemos venido consiguiendo: una vacuna con una capacidad protectiva mucho mayor. La primera protegía entre el 30 y el 40% de la gente vacunada, ahora ya estamos por encima del 90 o 95% en monos. Nosotros hacemos esos estudio primero de todo en animales, y una vez ya estamos seguros de eso lo hacemos en seres humanos. Por la misma razón detuve la aplicación de la otra para poder dedicarme a buscar lo que hace falta. No sé cuántas vidas se salvaron.

Usted rechazó ofertas millonarias para vender la patente de la vacuna. ¿Cree que uno de los escollos fundamentales para acabar con las enfermedades que aquejan al ser humano es el monopolio de las farmacéuticas?

Sin duda. Es más aún. Son tan listos que se han repartido los territorios, no geográficos, sino las enfermedades. Unos desarrollan solamente vacunas; otros antirreumáticos; otros, que no son los mismos, cardiotónicos; otros antibióticos, pero no compiten entre ellos. Tú eres fotógrafo, tú eres periodista, yo soy científico... no competimos.

¿En qué punto estamos en la batalla contra el sida?

Estamos bastante atrás, porque la forma como se atacó el problema del sida fue la búsqueda del antirretroviral, en la cual se avanzó muchísimo, pero el problema que tienen los antirretrovirales es que la persona tiene que seguir tomándolos de por vida. Una vacuna lo impediría. Si es así, el problema no solamente se reduce sino que desaparece, con lo cual las utilidades de las multinacionales caen dramáticamente. Es la pura realidad de esta sociedad.

¿Para cuándo una vacuna contra el VIH?

No me gusta dar fechas. Fijaros lo que me pasó a mí. Tuve una serie de ecologistas financiados, yo no puedo decir que por las multinacionales, pero sí puedo decir que por Inglaterra, que es donde está mi principal competencia. Simple y llanamente nos impidieron tener acceso a los monos por dos años. Fueron dos hitos contra línea de flotación del instituto: el aspecto económico, que se puede manejar, y la experimentación.

¿Nos queda mucho recorrido en la batalla contra el cáncer?

El cáncer es difícil. Hay más de quinientos tipos de cáncer, entonces habría que buscar una manera, un denominador común que no lo veo yo aún. De manera que no me atrevería a especular. Hay algunos cánceres que sí se podrían prevenir, que son aquellos causados por agentes microbianos. Por ejemplo, en el cáncer de útero se podría desarrollar una vacuna. Eso lo han dicho las multinacionales. También en el cáncer del sistema linfático, contra el cáncer gástrico. Y hoy en día de acuerdo a los estudios de un gran amigo que es Premio Nobel de Medicina, Harald Zur Hausen, sabemos por sus cálculos que cerca del 30% de los cánceres están siendo causados por microbios. O inducidos por microbios. Existiría esa posibilidad.

¿Qué le parecen los recortes en sanidad debido a la crisis?

Tengo una perspectiva diferente, porque allí es diferente a como acontece aquí. Nosotros lo hemos sufrido porque hubo un cambio de políticas en Colombia, no recortes económicos, en cómo se distribuyen los presupuestos en investigación. Aquí es distinto. Ahora, abogo siempre por que no se recorte ni en salud, ni educación ni en investigación, que son los motores de desarrollo de las naciones. Si tú tienes salud, educación e investigación, eso es lo que impulsa el desarrollo de un país.