La crisis económica y de consumo se deja sentir en todos los ámbitos, también en el juego, donde los tradicionales bingos han perdido entre los años 2007 y 2011 más de la mitad del negocio que manejaban en la provincia de Málaga. La venta de cartones por parte del sector –que cuenta con 19 salas activas en la provincia– ha pasado en este tiempo de rozar los 160 millones de euros a quedar por debajo de los 76, con un descenso exacto del 52,3%, según los datos de la Consejería de Gobernación de la Junta de Andalucía.

En total, los malagueños han dejado de jugar en este periodo más de 83 millones al año, una caída que algunos achacan en igual medida, por un lado, al paro y al recorte del presupuesto de los hogares y, por otro, a la irrupción de la nuevas fórmulas de juego y apuestas online, que han acaparado clientes aprovechando además la ausencia hasta hace pocos meses de una legislación restrictiva propia. Hay otro elemento clave: la entrada en vigor de la Ley Antitabaco el 1 de enero de 2011 ha ahuyentado a muchos clientes que asociaban el placer del juego con el del humo. La Confederación Española de Organizaciones de Empresarios del Juego del Bingo (CEJ) señala incluso que la prohibición de fumar en las salas ha provocado ya el cierre de más de 30 establecimientos en España y avisa de que podrían cerrar un tercio de las 350 salas que todavía sobreviven durante este 2012.

Pero en cualquier caso también se percibe un decisivo cambio generacional: el bingo, cuyo perfil de cliente responde a personas mayores de 40 años, no engancha tanto a unas nuevas generaciones más proclives a segmentos como el de los casinos y las apuestas deportivas, y siempre con internet como canal mediador.

El secretario andaluz de Comercio, Hotelería y Turismo del sindicato CCOO, Gonzalo Fuentes, califica como «muy preocupante» la situación de un sector que en Málaga generaba además un millar de empleos directos e indirectos hasta que llegó la crisis. El descenso de ventas se ha traducido en la salida de uno de cada tres trabajadores. Actualmente, el empleo ligado a las salas en la provincia se queda en 632 trabajadores, de ellos 425 directos y 207 indirectos.

Personal directo de las salas, camareros, cocineros, limpiadores, y aparcacoches son los principales damnificados por la mala coyuntura, que ha asistido al cierre de un bingo tan emblemático como El Torcal, en la Carretera de Cádiz, adquirido posteriormente por un empresario chino, que lo reabrió el pasado mes de abril como tienda de ropa y menaje.

El futuro, oscuro. CCOO pronostica que el declive de la actividad de los bingos puede verse agravado en este año 2012. «Esta situación seguramente seguirá si la crisis económica y los planes de ajustes contra el déficit público siguen deprimiendo el consumo del juego, lo que supone cierres de salas, ventas de cartones y empleo», lamenta Fuentes. También se teme la repercusión que tendrá sobre los trabajadores el nuevo modelo de Bingo Electrónico que están implantando las comunidades. El País Vasco lo ha instalado a primeros de año y representa, junto con Castilla y León, las dos únicas comunidades autónomas que albergan ya este sistema, aunque CCOO señala que para este mismo ejercicio se espera su implantación en Madrid, Cataluña, Comunidad Valenciana y, posiblemente, Andalucía.

«Además, estamos convencidos de que las ventas en el sector del juego a nivel general se van a agudizar con los planes de ajustes del Gobierno de Rajoy contra el déficit publico y las reformas que están llevándose a cabo, deprimiendo más la economía a nivel general y la industria del juego en particular, que no deja de ser un bien de consumo», sostiene. CCOO tiene previsto pedir a la Junta de Andalucía una reunión para intentar buscar soluciones.

Los empresarios del sector critican, por otro lado, la alta fiscalidad que se les impone en relación a otros juegos de azar. La CEJ recuerda en su último informe anual que, de lo que paga un cliente al comprar un cartón de bingo, el 60% se va en los retornos en forma de premios, mientras que el 40% restante se reparte entre pago de tasas (62%) y las ganancias para el establecimiento (38%).

Esas tasas, muy por encima del 10% de las casas de apuestas, el 38,7% de los casinos o el 25% de las máquinas recreativas, impiden otorgar premios más atractivos.