La epilepsia es una manifestación de un conjunto de enfermedades «más frecuente de lo que parece». Se estima que una persona de cada 3.000 o 4.000 tienen antecedentes o epilepsia. El próximo jueves 24 de mayo es el Día Nacional de la Epilepsia, una jornada para la información y la concienciación.

La epilepsia no es una enfermedad...

La epilepsia no es una enfermedad en sí, es una manifestación común de un conjunto de enfermedades en las que una parte del cerebro empieza a actuar fuera de control, digamos funciona de más.

¿Cuáles son esas enfermedades que provocan esa consecuencia?

Las más conocidas son las lesiones en el cerebro ante el parto, accidentes en el cerebro (traumatismos) o procesos expansivos dentro de éste como tumores o quistes. Hay también otra causa que es congénita, es decir, que nacen con esa anomalía y también otras personas cuyas causas no se conocen.

¿Cuál es la enfermedad o la lesión más frecuente por la que aparece la epilepsia?

Las más frecuentes son los traumatismos y las lesiones ocurridas durante el parto.

¿En qué proporción afecta la epilepsia a la población?

Es más frecuente de lo que parece porque las causas son múltiples. Muchas personas no quieren decir que padecen esta enfermedad porque todavía tiene unas connotaciones particulares, muchos la ven como maldita. No sé la razón, pero no quieren que se sepa cuando la realidad es que con medicación la mayor parte se tratan bien y se corrigen bien. Hoy en día una persona cada 3.000 o 4.000 tiene antecedentes de haber tenido o tener actividad epiléptica o crisis epiléptica.

¿Afecta de igual forma a mujeres que a hombres, a niños que a adultos?

El cerebro que con más frecuencia reacciona es el de los niños porque tiene menos mecanismos de control... Algunas lesiones sólo aparecen durante la infancia y cuando el niño crece van desapareciendo. En cuanto a sexos no hay diferencias.

¿Por qué en niños puede desaparecer?

Las lesiones o alteraciones suelen ser estables, pero lo que ocurre es que el cerebro tiene y crea vías limitorias que a lo mejor frenan o bloquean la actividad de unas zonas. Eso ocurre con frecuencia al final de la adolescencia.

La epilepsia es una consecuencia de lesiones en el cerebro, ¿la tendencia es de incremento?

No se ha incrementado mucho en los últimos años, lo que sí ha aumentado bastante es la capacidad para descubrirla y tratarla. Hay tratamientos cada día mejores y personas que responden muy bien a la medicación y personas a las que les va mal, que se llama epilepsia fármaco-resistente, y que son el caballo de batalla en la lucha contra la epilepsia. O pacientes que no acaban de estar controlados, pero la frecuencia es la misma, quizás puede haberse reducido algo con la obligatoriedad del uso del casco en la moto.

¿Una persona con epilepsia puede llevar una vida normal?

La mayor parte de los pacientes lleva una vida normal. Hay epilépticos que no, bien por la causa o por el mal control de la epilepsia. Se puede recurrir a fármacos más agresivos y también hay tratamientos quirúrgicos que pretenden eliminar el foco epiléptico o evitar las crisis de más trascendencia, en las que el paciente cae al suelo y que tienen mucha incidencia en la calidad de vida. Hay estrategias para que esto no ocurra y éstas son cada vez mejores.

¿Ese tipo de crisis son peligrosas?

Pueden serlo, ya que limitan por ejemplo la conducción de vehículos. Pero en lo que respecta a la propia crisis tiene su inicio y su fin. El paciente suele volver a la normalidad.

¿Hay factores de riesgo?

Los que más afectan son los trastornos del sueño, dormir poco, y el alcohol, que es un tóxico para el cerebro importante. El estrés no ayuda, no ayuda en nada, pero el origen de la epilepsia no es el estrés.

¿Cómo se manifiesta?

Dependerá de la zona de la lesión o la afección del cerebro, si es una zona de movimiento se puede mover una pierna si se irrita, si es una zona sensitiva se notará sensibilidad en esa parte sin que nadie nos toque o haya ninguna lesión. La sintomatología es un dolor extraño o una sensación extraña que tal y como viene se va y viene sin venir a cuento. En los epilépticos estos es frecuente, bastantes veces al día.

¿Cuándo debemos alertarnos?

Ante una sensación extraña, un movimiento extraño que no viene a cuento y dura poco tiempo, o que la persona se quede desconectada. En este último caso el paciente no lo nota pero sí los familiares. Situaciones como que el paciente esté vertiendo agua y ésta rebose en el vaso porque se ha quedado quieto, por ejemplo.