Al saludar aprieta la mano con fuerza. Llega en el tren de Sevilla aunque en los últimos 15 días ha impartido 57 conferencias en Estados Unidos. Invitado por la Hermandad de Fátima, el viernes habló del Misterio de la Virgen de Guadalupe en El Corte Inglés y tuvo tiempo para visitar el pasado jueves la exposición en la Catedral de Málaga de la Sábana Santa, de la que es un gran experto.

Asegura el padre Jorge Loring Miró que su carácter activo y emprendedor lo ha heredado de sus antepasados «y se lo debo a Dios».

Entre sus ascendientes, su bisabuelo Jorge Loring Oyarzábal, propietario de la finca de La Concepción. A un encuentro fortuito en Barcelona le debe Jorge Loring el haber nacido en 1921 en la Ciudad Condal y no en Málaga. «Mi padre, el ingeniero malagueño Jorge Loring Martínez, se enamoró en Barcelona de mi madre viendo el cariño con el que acompañaba a mi abuela por el Paseo de Gracia. Buscó a un amigo para que se la presentara y se casó con ella».

El matrimonio tuvo ocho hijos y el futuro sacerdote fue el mayor. Por cierto que de los 8 hermanos, 7 terminarían siendo religiosos.

Su padre, de quien hemos podido ver un documental sobre su obra –Huellas en el cielo– en el pasado Festival de Cine Español de Málaga, fue un auténtico pionero de la aviación con fábrica de aviones propia en Madrid, donde residía la familia, y autor de un modelo, el Loring R-III, que fue uno de los aviones más presentes en la Guerra de Marruecos. Entre sus logros, una línea de zepelines entre Sevilla y Buenos Aires y el primer puente aéreo Madrid-Barcelona.

El ingeniero malagueño sería asesinado durante la Guerra Civil por radicales y su hijo mayor, de 14 años, marchó a Málaga, donde estudió los dos últimos años de bachillerato en el Colegio del Palo. Durante unos ejercicios espirituales en Torremolinos salió convencido de que debía hacerse jesuita. Se ordenó sacerdote en 1954, con 33 años.

A los 15 días de ponerse la sotana le enviaron a dar una charla a un cuartel con 50 soldados, una experiencia que, confiesa, le sirvió muchísimo para las conferencias que impartiría en el futuro. También estuvo tres años dando charlas a presos «y algunos habían matado a sacerdotes», recuerda. En esos años nació el germen de su catecismo Para salvarte, que en nuestros días lleva más de 60 ediciones, ha vendido cerca de un millón y medio de ejemplares y se está traduciendo al chino.

El padre Loring estuvo además cerca de 25 años de padre espiritual en cinco grandes fábricas de Cádiz. «Los comienzos fueron muy duros, encontré un rechazo general pero me fui ganando a los obreros poco a poco», cuenta de sus inicios en la constructora naval de Matagorda. «Como las factorías estaban a lo largo de la bahía de Cádiz, para desplazarme tenía una moto», señala, un medio de transporte con en el que ha cruzado España en ocho ocasiones.

En esos tiempos programaba una conferencia al mes para los obreros de las fábricas. En 1960 se le ocurrió hablar de la Sábana Santa, de la que hoy es el mayor experto en España y ha mantenido contacto con numerosos científicos que la han estudiado. Este fue el resultado de la primera charla, en Astilleros Españoles de Cádiz: «Estaba en primera fila manejando el proyector y pensé, parece que estoy solo, tengo detrás cuatro mil hombres y no se oye una tos». El padre Loring ha impartido más de dos mil conferencias sobre la Sábana Santa y otros muchos asuntos sobre ciencia y fe. Son habituales sus desplazamientos por toda España y el continente americano, desde Buenos Aires a Nueva York, para hablar ante miles de personas.

A su juicio, dos son las causas por las que se comunica tan bien ante grandes auditorios: «Primero, hablo de lo que sé y luego, estoy convencido de lo que digo».

Y durante muchos años ha tomado parte de las conocidas misiones populares. El religioso recuerda una en Buenos Aires junto al jesuita malagueño Enrique Huelin. «Fuimos desde España dos mil misioneros en varios barcos», señala. Aunque su edad indique lo contrario, no abandona un ritmo de vida incesante. El padre Jorge Loring recibe y contesta a diario unos 100 correos electrónicos y sigue llenando auditorios ya sea en México, Los Ángeles o en nuestra ciudad. La suya es una vida de trenes y sobre todo, muchos aviones, como su padre. ¿De dónde saca la fuerza?, el jesuita mira al cielo y contesta: «Eso lo da Dios».