El Ayuntamiento de Málaga presentará en los próximos días su programa definitivo para la Feria de Málaga, que suprimirá las barras de alcance y restringirá las casetas del Centro. Finalmente se llevarán a cabo las propuestas planteadas en los últimos meses por el concejal de Cultura y Deporte, Damián Caneda, que perfila el contenido de unas fiestas que se presumen como una auténtica revolución respecto a 2011; con un mayor peso para la tradición y el intento deliberado de controlar la práctica del botellón, que el pasado año suscitó las protestas de los vecinos.

Según avanzó ayer el propio edil, la Feria, que recoge en su nuevo diseño las reivindicaciones de los colectivos afectados, limitará las casetas a las plazas de la Marina y Constitución y apostará por multiplicar las propuestas culturales; la plaza de la Merced, por ejemplo, contará con un mercado de artesanía y un escenario con actuaciones diarias de flamenco y música española. Además, se instalarán otros dos escenarios en las calles del Centro Histórico y se buscará la uniformidad estética, con ornamentación que se prolongará por primera vez al entorno de la calle Carretería y del puerto.

En palabras de Damián Caneda, la Feria insistirá en los motivos tradicionales y dará mucho más peso a los hosteleros, que participan en la configuración de la nueva oferta. A falta de perfilar los últimos detalles, las fiestas recuperan su timbre folclórico e incardinan atractivos alejados en las últimas décadas del Centro como la puesta en marcha de un área infantil, que se ubicará en la calle Alcazabilla.

Los jóvenes, como ya sugirió el concejal, dispondrán también de una zona específica, aunque a buen seguro alejada de la pauta del pasado agosto, en el que el botellón exaltó el ánimo de los vecinos, quienes llegaron, incluso, a presentar denuncias en los tribunales. Especialmente, en el entorno de la calle Cister, donde se formó una concentración espontánea y diaria, con consumo de bebidas a la intemperie. Las propuestas de Caneda han ido precisamente en la línea de resolver los problemas de convivencia y reconciliar la fiesta con su identidad cultural y folclórica.

Otra de las medidas más significativas es la errradicación de las llamadas barras de alcance, que favorecían, por su propia naturaleza, la ingesta de alcohol en la vía pública. El edil insiste en que esta sería una feria participativa, con la opinión, en su diseño, de diferentes sectores.

En lo que no habrá cambios finalmente es en la fecha de comienzo, que inicialmente se había desplazado al sábado 11 de agosto para integrar la festividad de la conquista de los Reyes Católicos, que se celebra el 19. «Había interés general en que comenzara como todos los años en viernes, para aprovechar el fin de semana», explica. No obstante, el día 19 se celebrará una fiesta conmemorativa en el Centro, aunque fuera ya del calendario oficial de la Feria.

El Ayuntamiento de Málaga ha trabajado en los últimos meses para ultimar la oferta cultural de las fiestas, que, en lo que se refiere a su contenido diurno, contará con la colaboración de asociaciones y peñas.

El viraje en la programación culmina el debate surgido a raíz de las críticas vecinales de los últimos años, en las que muchos colectivos exigieron mayor control para evitar los problemas de ruido, suciedad y convivencia. Caneda calcula que, en alrededor de diez días, estará ya completo el perfil de la Feria de agosto, que perseverará, pese a los cambios, en sus dos vertientes; las actividades del Centro Histórico, principalmente diurnas, y las del Cortijo de Torres, que recibe por la noche a la mayoría de sus visitantes.