Son los corralones de excelencia, los de la primera división. Patios del Perchel y La Trinidad que se han ganado a pulso esta condición por un trabajo continuo que hace que su buen aspecto varíe bien poco a lo largo de los años.

Una labor de equipo que juega la Champions, frente al resto de categorías, los corralones A y B y que participaron esta semana en el concurso de engalanamiento de corralones de los dos históricos barrios, dentro de la VIII Semana Popular de los Corralones de La Trinidad y El Perchel.

Antes del concurso, el jurado se concentra en el centro social del distrito Centro, junto a las casas hermandad del Huerto y la Estrella.

El patio del centro se queda pequeño: el jurado lo forman 40 personas, más gente que en la guerra, entre la que hay arquitectos, botánicas de La Concepción, agentes de viajes, responsables de museos, médicos, abogados, gerentes, periodistas... un abanico social para que el mayor número de sectores de Málaga conozca el cambio que se está produciendo en La Trinidad y El Perchel, dos barrios históricamente deprimidos y con abundancia de solares y problemas, que empiezan a transformar su imagen y sus expectativas gracias a esta Semana de los Corralones.

El jurado, armado de bolígrafo y un cuadrante para la puntuación, debe estar atento a todo tipo detalles, desde la originalidad al orden que presenta el corralón. Un callejeo feliz por los dos barrios rodeados de sonrisas de vecinos con mucho trabajo detrás.

En la calle Martinete 2, del Perchel, un patio lleno de banderines de colores, vecinos asomados a los balcones, con una bonita cruz de Mayo presidiendo el conjunto, con plantas muy cuidadas, en donde irrumpen el jurado y la panda de verdiales de Teatinos, que eleva el ambiente de fiestas.

El esfuerzo en el corralón de la calle Fuentecilla, 19 es más que notable. El patio, alargado y fresco, se ha convertido en un recorrido temático por las fiestas de Málaga. Una mesa de confeti con máscaras de Venecia, disfraces y fotos del Cervantes dejan a las claras que en ese rincón se celebra el Carnaval. Un poco más adelante, la Semana Santa, con un trono del Sagrado Corazón hecho por los vecinos, escoltado por un Nazareno. Alegorías del Cenachero y el Biznaguero adornan las paredes, dando luego paso a la Cruz de Mayo y, en otro rincón, la Virgen del Carmen, acompañada por una pequeña barca y, por último, la Feria de Málaga, con guitarra y faralaes.

«Hemos tardado dos meses en hacerlo, las ideas las aportan todas y luego cada una se encarga de un rincón», cuenta María de las Mercedes García, que evidencia que el trabajo principal de este conseguido patio se lo llevan las vecinas.

El mérito es mayor cuando Josefa Guerrero, vecina y presidenta de la asociación de patios de los dos barrios, cuenta: «Ahora estamos todos parados pero hay buena convivencia». Y para demostrarlo, el año pasado no participaron por solidaridad: «Nunca lo hacemos cuando un vecino se pone malo o alguien se muere».

Pepe Rojas, de la calle Jara 2-4, ya en la Trinidad, muestra con orgullo esta obra de arte de la Naturaleza, moldeada por los vecinos, un auténtico patio vergel. Un reino de macetas presidido por un pozo iluminado que da la impresión de estar en unos verdaderos jardines colgantes. «Todo el año está así», precisa Pepe, que resalta la dificultad de regar, una a una las macetas de las paredes, sin que caiga agua por éstas.

La de María del Mar Moreno, de la calle Jara,2, es una lección para todos y merecería jugar en una liga particular porque ella sola ha sido la encargada de adornar, con mucho gusto, el patio. «Sarna con gusto no pica», dice.

En el pasaje de María la Faraona, 1 un toldo envuelve un microclima vegetal que ya lo quisiera la estación de Atocha. Plantas magníficamente cuidadas, también las acuáticas que adornan la fuente. «Todo el año lo tenemos así y cuando llega el concurso lo cuidamos un poco más», explica Antonio Ortega.

El patio de la plaza de Montes, 6 es el soñado por cualquier turista. Lo asombroso es que existe y alberga uno de los jardines privados más bonitos de Málaga.

Este año ha sido aderezado con objetos de reciclaje convertidos en macetas como botellas y neumáticos pintados de colores. En la pared, un arco iris de calabazas, también de varios colores. Y hablando de detalles, no hay que olvidar una jaula florecida, con plantas en su interior.

Josefa Tonda Barbieri explica que los 30 vecinos de esta joya se pasan cada día un cartón y al que le toque, tiene que limpiar el patio. «Aquí todos nos llevamos muy bien y somos como una familia», dice. Josefa cuenta que fue bautizada en la iglesia de Santiago, «la misma de Picasso» y que su segundo apellido es «extranjero», «pero soy malagueña», precisa.

Y para sorpresas, la increíble fachada del número 18 de la calle Jara, una obra de arte con muchas horas de trabajo, con la Farola y el Cenachero recortados en el cielo. En el interior, todas la macetas pintadas de rojo mientras que una pila de lavar de adorno y la Virgen del Carmen se suman a la oferta decorativa. Ah, y el gazpacho exquisito. Ser jurado en el concurso de corralones es un privilegio.