Las comunidades de propietarios de Málaga sufren un impago acumulado por parte de vecinos morosos de 61 millones de euros, con un incremento de subida del 20% en relación al ejercicio anterior. Los datos son de un estudio elaborado por el Observatorio de Lucha contra la Morosidad y sitúan a Málaga como la provincia con mayor tasa de morosidad de Andalucía, por delante de los 47 millones que registra Sevilla. Málaga engloba además la quinta parte de la deuda vecinal registrada en toda la comunidad, que ha subido un 33% a lo largo de 2011 y que alcanza ya los 295 millones de euros.

El responsable del estudio, Manuel Gambín, afirmó ayer que la crisis económica ha hecho aparecer un nuevo tipo de morosos, el de las entidades financieras que se han quedado con viviendas tras el embargo a sus anteriores propietarios, ya sean particulares o promotores. Según Gambín, los bancos representan el 12% de la morosidad a las comunidades.

No obstante, los perfiles más presentativos siguen estando bien diferenciados y responde a dos patrones. Por un lado, el 35% correspondiente a los considerados como «morosos profesionales», que «ha existido siempre, que pagan lo que quieren cuando quieren y se financian de la comunidad». Por otro, un 29% de insolventes reales, por lo general familias víctimas de la crisis tras haberse quedado sus miembros en paro. Y hay también un cuarto tipo de morosos: constructoras y promotoras que dejaron de pagar la comunidad de pisos no vendidos al entrar en concurso de acreedores. En este caso, son los pocos vecinos que habitan el bloque los que sufren las consecuencias.

Extranjeros «ilocalizables». El presidente del Colegio de Administradores de Fincas de Málaga, Marcelo Francisco Cambló, no quiso entrar a valorar las cifras exactas del estudio pero confirmó que la morosidad vecinal «ha aumentado de forma importante y seguirá haciéndolo a corto plazo». Cambló no se mostró sorprendido por el hecho de que Málaga lidere este fenómeno a nivel andaluz y recordó las innumerables urbanizaciones de la Costa del Sol.

De hecho, Málaga cuenta con casi 1.050 administradores de fincas colegiados mientras que Sevilla, la segunda en importancia, no llega a los 400. También citó el alto número de viviendas en manos de extranjeros no residentes.

«Hay algunos que creen que comprar una casa en España no implica el pagar la comunidad, y lo peor es que muchos compraron las casas como inversión y hace años que no vienen. A ese tipo de morosos es difícil localizarlos para reclamarles la deuda», apunta.

El presidente del Colegio afirma que tanto los administradores de fincas como los propios vecinos saben diferenciar perfectamente al moroso profesional, que busca aprovecharse de la situación, de las personas que lo están pasando realmente mal.

«Hay morosos de toda la vida, que sólo pagan si los llevas al juzgado, y son fácilmente identificables porque no abonan las cuotas pero sí tiene coches caros y no se privan de viajar. En cambio, las comunidades están siendo extremadamente solidarias con vecinos que económicamente no pueden hacer frente a los recibos», explica. La diferencia entre unos casos y otros es que a los primeros se les lleva a juicio en cuanto se celebra una junta anual de propietarios, mientras que con los segundos se aguanta todo lo que se puede, en ocasiones dos o tres años y con deudas de más de 2.000 euros.

El tema judicial es otro de los caballos de batalla en la lucha contra la morosidad. Los procesos monitorios han agilizado algo el procedimiento pero eso no quita para que haya causas que duren años, entre otras cosas por la exigencia de que se acredite que el moroso ha recibido la notificación por burofax.

«A veces parece que la ley está hecha para los infractores. Nosotros resolvemos ese trámite colgando la citación en el tablón de anuncios de la comunidad, pero lo cierto es que hasta que se cobra pueden pasar años.

Los Colegios de Administradores de Fincas insisten en la necesidad de crear un Registro de Morosos que permita conocerlos, intensificar las acciones sobre esa persona antes de que se produzca la morosidad y evitar que incumpla desde el primer día y se multiplique hasta el infinito.