El drama de Rosa Martínez es el que afecta a muchos malagueños y ciudadanos hoy día. Es el vivo rostro de la crisis y la desesperación. Con sus dos hijos y sus padres mayores a su cargo su casa será embargada en el mes de agosto y se quedará en la calle por impago.

Había encontrado un comprador de su vivienda que le hubiese salvado de tan embarazosa situación, pero éste, al informarse de las cargas que pesaban sobre la casa, ha preferido esperar a que sea propiedad del banco, explica Rosa, visiblemente molesta.

Las dificultades para esta mujer comenzaron hace algo más de dos años cuando se quedó en paro, con sus dos hijos –una niña de siete años y medio y un niño de nueve– a cargo, y dejó de pagar la hipoteca. Residen en una casa de campo en Almayate y su exmarido y padre de los niños la abandonó en 2004. «Desde 2004 estoy luchando sola y con dos niños. Mis padres se vinieron de Alemania para ayudarme y ahora a mi padre le ha dado un infarto cerebral y está muy mal. Vivimos todos juntos en casa. Entonces encontré trabajo en una inmobiliaria e iba tirando pero ya con la crisis me quedé en paro hasta ahora», relata.

Actualmente su situación económica se ha visto aliviada porque desde hace seis meses trabaja en una clínica y cuenta con una pensión de su padre, pero Unicaja no quiere renegociar su hipoteca. «Tengo 100.000 euros de deuda por los impagos y otros trámites y no puedo hacer frente a esta cantidad, pero ahora sí podría pagar todos los meses la hipoteca, que son cerca de 1.000 euros al mes, pero el banco no me da opción. En agosto me veo fuera de casa, con los niños y con mis padres», lamenta.

«De estar bien te ves en un segundo sola, con dos niños, sin trabajo. Es para coger la cuerda. En esos dos años no he pagado la hipoteca porque la decisión era vivir y comer o pagarla», dice esta mujer.

«Hemos sobrevivido gracias a la ayuda de los vecinos que nos han ido dando dinero, o me traían harina, azúcar, leche. Les estoy muy agradecida, por eso hago este llamamiento para que alguien me ayude. Yo puedo pagar, pero necesito que me refinancien la deuda», declara a este periódico.

Rosa comenta que también tiene recogidos un gran número de animales del refugio, ya que se trata de una finca amplia en el campo. «Antes vivíamos bien, trabajábamos los dos, pero mi exmarido se largó de la noche a la mañana y luego me quedé en paro. El banco me exige pagar el retraso y no puedo», señala entre lágrimas.

Esta española de 42 años criada en Alemania dice que ha pasado «mucho» y que ahora no puede tirar la toalla. «La gente me está dando dinero, lo que pueden, cinco euros, lo que sea, estoy haciendo un llamamiento a través de Twitter y Facebook, estoy moviendo una ola de ayuda y solidaridad», reseña. «Una mujer que no conozco de nada me mandó desde Madrid 200 euros. Todo lo comencé la semana pasada», concluye.