Los economistas lo llaman fríamente desapalancamiento, en referencia al proceso de desendeudamiento que necesariamente tiene que afrontar una economía como la española, ésa a la que Europa achaca el haber vivido durante años por encima de sus posibilidades. Según las cifras del Banco de España, el crédito vivo a empresas y particulares –lo que se conoce a efectos estadísticos como «otros sectores residentes»– se sitúa en marzo de 2012 en 40.604 millones de euros, con un brutal descenso de casi 1.000 millones en relación al trimestre anterior y de nada menos que 7.000 millones en relación a los máximos que se alcanzaron en el año 2008.

El consumo entonces estaba por las nubes, ajeno todavía a los nubarrones de crisis que ya planeaban por el horizonte, pero iniciaba su particular declive, con el resultado de que actualmente, el nivel de crédito al sector privado malagueño se ha reducido un 15%, regresando a las cifras del año 2006. Y lo lógico es que, en medio de una crisis que no remite y en plena reforma financiera, esta tónica de descenso del crédito siga siendo la habitual durante los próximos trimestres.

Las consecuencias de este son dramáticas para los hogares y los negocios malagueños, que han visto en los últimos años cómo el grifo del crédito bancario se ha cerrado a cal y canto, obligando a miles de autónomos echar el cierre y haciendo mucho más penoso para las familias el llegar a fin de mes. Fuentes del sector financiero admiten el problema pero recuerdan que una parte del descenso del crédito obedece a una lógica económica: el paro y la caída de la demanda ha provocado que la solvencia de los clientes, ya sean empresas o particulares, se haya deteriorado, de forma que son muchos menos los que acuden a los bancos en busca de crédito, sabedores de que no cumplen las condiciones de acceso a la financiación.

La resaca de los años dorados

«Generalmente se le echa la culpa a las entidades financieras y si dice que tiene el grifo cerrado. Es cierto que hay dificultades pero también que la demanda de crédito por parte de los clientes es mucho menos que antes. No piden porque sabe que no pueden», comentan estas fuentes, que recuerdan también otro hecho: el crédito concedido en Málaga al sector privado se disparó un 61% entre los años 2005 y 2008, dentro de la desenfrenada espiral consumista de aquellos años previos a la crisis. En realidad, arguyen, lo que está ocurriendo es que estamos volviendo a los niveles anteriores a la burbuja inmobiliaria, ya que fueron las 198.000 hipotecas concedidas en la provincia en aquellos años –con importes medios de entre 140.000 y 165.000 euros – las que dispararon en mayor medida el endeudamiento.

Hay un dato muy significativo: el dinero que los malagueños mantienen ahorrado en las entidades financieras en forma de depósitos asciende actualmente a 19.521 millones de euros, es decir, menos de la mitad de lo que tienen solicitado en préstamos. La disparidad es excesiva, según los expertos, en línea con el excesivo endeudamiento que presenta la economía española.

Al margen de las explicaciones económicas, lo cierto es que los empresarios y los autónomos se vienen quejando desde hace tiempo de la asfixia financiera a la que están siendo sometidos y advierten de que si los bancos no vuelven a abrir las líneas de crédito, iniciativas como el plan de pago a proveedores de los ayuntamientos, resultarán baldías.

Quejas empresariales

El presidente de la Confederación de Empresarios de Málaga (CEM), Javier González de Lara, recuerda que de las más de 10.000 empresas que han cerrado en la provincia durante los últimos cuatro años, un 60-65% lo hicieron por el problema de la financiación como causa principal, por encima de otros elementos como la caída del mercado. Este porcentaje duplica al de la Unión Europa, donde la falta de crédito está detrás de sólo un 30% del cierre de empresas

«Necesitamos que el crédito fluya de nuevo para que haya recuperación económica. La pequeña empresa, que es la mayoritaria dentro del tejido empresarial malagueño, no tiene capacidad para maniobrar sin financiación», recuerda González de Lara, que lamenta que durante los años de crisis los bancos prefirieron destinar sus canales de financiación a la deuda pública en detrimento del sector privado, olvidando así su función principal: dinamizar la economía.

Por su parte, la Federación Nacional de Autónomos (ATA) ha denuncia varias veces que la restricción del crédito ha sido la causa primordial de la desaparición de trabajadores por cuenta propia. El RETA ha perdido en Málaga casi 8.000 autónomos con la crisis, pasando de 102.000 a 94.600. A muchos no se les renovó en su día la póliza de crédito aun cuando demostraran ante el banco que tenían carga de trabajo suficiente para seguir con su actividad.