«Soy procesionista desde que mi madre me parió», confiesa y todavía recuerda cuando vivía en la calle Peña y bajaba por la calle Mariblanca a ver pasar las cofradías.

Su amor por la Semana Santa puede constatarse en el casi medio siglo que ha estado de vestidor, una vocación que empezó cuando, sustituyó al joven que vestía a la Virgen de Consolación y Lágrimas, de la Sangre, «creo que marchó para Alemania», cuenta.

Estuvo vistiendo a la Virgen de la Sangre durante 14 años. Todavía guarda fotografías de la imagen primitiva, con los ojos cerrados, antes de que la reformara Álvarez Duarte y le abriera los ojos, un actuación que José deplora, «porque la Virgen era preciosa y se la cargó». Entre las anécdotas en la Sangre, esa época en la que los hermanos mayores se elegían a dedo y en una ocasión le tocó elegir al futuro hermano mayor de su archicofradía.

Guarda buenos recuerdos de Alfonso Sell, histórico hermano mayor del Amor. A esta cofradía estuvo unido a continuación durante 34 años, vistiendo cada Viernes Santo a la Virgen de la Caridad a la que, explica el cofrade, se encargó de ir reuniéndole un ajuar , en los comienzos muy escaso.

Y es que Pepe García Fernández llegó a vestir varios años a la Virgen de Gracia y Esperanza de Estudiantes, a la Virgen del Gran Perdón del Prendimiento, también, estando en la Sangre, a la Virgen de la Penas y en una ocasión a la Virgen del Amparo, «y lo que cobraba de las demás cofradías me lo gastaba en mi Virgen de Consolación y Lágrimas».

El joven que repartía de forma incansable telegramas o que encasillaba miles de ellos en pocas horas sigue siendo el mismo telegrafista «dicharachero», como él mismo dice, uno de los primeros vecinos de Carranque y que además continúa sintiendo el mismo amor y admiración por la Semana Santa de Málaga.