Como si se tratara de la película «El ojo Público», donde el conocido fotógrafo Leon Bernstein tenía instalado en el maletero de su coche su laboratorio para llegar al lugar del crimen al mismo tiempo que la policía, el odontólogo Javier Castilla tiene su dormitorio en la parte trasera de su viejo Hyundai, aparcado junto al centro de salud de La Carihuela, en Torremolinos.

En su caso lo hace «por necesidad», según denunció ayer el sindicato CSI-F, una necesidad que viene impuesta por los recortes sanitarios de la Junta de Andalucía y las condiciones de la bolsa de trabajo del Servicio Andaluz de Sanidad (SAS). Ahora no sólo duerme en un colchón que tiene en el coche, sino que se ducha en los aseos del centro de salud y tiene su maleta y sus pertenencias personales en el mismo despacho en el que atiende a sus pacientes.

Javier es natural del pueblo sevillano de Mairena del Aljarafe y lleva ejerciendo en el campo de la odontología 20 años. Al principio, estuvo como interino durante siete años en otro municipio sevillano, Alcalá del Río, hasta que se convocaron unas oposiciones que no aprobó y perdió su puesto.

A partir de ese momento, y tras un año en el desempleo, el centro de contratación del SAS comenzó a llamarle para ofrecerle cubrir diferentes bajas en casi todas las provincias de Andalucía, y todas ellas de «muy pocos días, pagando menos y atendiendo en tres días al mismo número de pacientes que un titular del centro atiende en cinco», según explicó.

Así, después de estar dando tumbos por todas las provincias, exceptuando algunos contratos de tres meses, el detonante para llevarle a tomar la drástica medida de dormir en el maletero de su coche llegó a finales de mayo. «El Distrito Sanitario de Córdoba me llamó para cubrir en Priego a un dentista que en un accidente de tráfico se había fracturado los dos brazos. Me dijeron que sería para al menos cuatro meses, pero no fue así. Al principio me llamaron para dos días y me despidieron, luego para un día más, y luego para otro», así hasta casi diez días, declaró.

Pidió dormir en el centro. Así, tomó la decisión de pedirle al director del centro que le dejara dormir en el gabinete del servicio de urgencias, pero ese día terminó su contrato y no lo volvieron a llamar. «Desde mi casa hasta allí hay unos 420 kilómetros de ida y vuelta que tenía que hacer a diario y veía que me iba a arruinar entre la gasolina y los pagos de mi hipoteca y las facturas, porque hago el mismo trabajo que hacía hace 20 años pero cobrando menos, con menos derechos y encima con recochineo», indicó.

Fue entonces cuando el SAS lo llamó para trabajar en Torremolinos para cubrir otra baja y le comunicaron que serían cinco días. «Empecé este lunes y he acabado hoy. Cobro un 30% menos de lo que debería y atiendo a más pacientes en menos días. Con estas condiciones, no puedo permitirme pagar un hospedaje ni aquí ni en el próximo lugar que me llamen para otros pocos días», expuso, al tiempo que dijo: «Se trata de un ejercicio de responsabilidad, porque no puedo gastar nada, y mi familia y compañeros me apoyan». Ahora, a la espera de que lo vuelvan a llamar, asegura que dormirá en su coche si «esto sigue igual».