Este año de 1900 que acaba de nacer y que abre las puertas del nuevo siglo, no se presenta con buenas nuevas para los más de ciento veinte mil habitantes que tiene esta ciudad de Málaga.

La pobreza se ha instalado en nuestras calles y al negro porvenir que tienen encima los trabajadores que han visto cerrar sus fábricas, se une ahora la plaga de algo que llamado filoxera ha hundido las industrias de vino y pasas que a tantas familias sostenía.

A la ingente cantidad de pobres que tiene Málaga se le ha unido una sangría de gentes del campo, que huyendo de la miseria se ha instalado en la ciudad, por eso, están creciendo como hormigueros los barrios de las afueras, porque mira que se están haciendo grandes La Goleta o El Molinillo, El Perchel y La Trinidad€

Sin embargo, ahora que se ha puesto de moda la palabra crisis y tanto se habla cada día en nuestro periódico, La Unión Mercantil; de ella y de la cantidad de desempleados, pues así llaman a los que se han quedado sin trabajo, pienso que es cuando los malagueños más tiramos del ingenio y de esa alegría innata que no sé porqué todos tenemos.

Se dice que van a demoler el edificio donde está el Café de la Loba, es quizás por ello, que está más lleno que nunca. Sin ir más lejos, hará más o menos un mes que me pasé por allí y al subir a la primera planta, donde están los billares, me fue imposible, a mí y a los que conmigo iban, echar una partidilla a este placer de darle a las carambolas. Y abajo, en los salones, reflejados en sus múltiples espejos se puede ver, yo creo que incluso más gente, que aquel día en el que anduvo por allí recitando sus versos Pepe Pascual y Torres, quien con su locura y gracia, tanto nos hizo reír a todos.

Claro que también puede ser que anden por allí todos esos que dicen trabajar en la Diputación y apenas se los ve por allí, pues el camino desde su sede en la calle Beatas hasta el café en la Plaza Mayor, parece más concurrido que nunca y es una romería diaria, verlos bajar y subir.

Claro que son los mismos que bajan con sus familias en las tardes camino del Circulo Mercantil, la nueva calle del Marqués de Larios, parándose eso sí, en la pastelería de la Dulce Alianza, para comprar, ellos que pueden, unos pastelitos a sus pedigüeños niños.

Es curioso cómo va cambiando esta ciudad de Málaga. Los antiguos ricos han ido abandonando poco a poco el Barrio Alto para instalarse en la nueva Alameda. Ha desaparecido la calle de las Siete Revueltas y muchas más que daban a ella y que todas se tiraron abajo para hacer la concurrida de Larios que ahora une en línea recta el playazo con la plaza mayor.

Los nuevos ricos de Málaga se han venido a vivir a la Alameda, donde al final, a la derecha, por donde están los barracones donde pusieron ese invento nuevo que se llama cinematógrafo, andan construyendo un parque y quitándole terreno al mar, que la verdad no sé ni cómo lo hacen.

Los aristócratas, quizás para no confundirse con estos nuevos ricos, se han ido a vivir al Paseo de Reding, aquel héroe de la batalla de Bailen contra los franceses y que cuando fue Gobernador Militar de Málaga fue también responsable del derribo de la muralla árabe para construir la Alameda, en lo que a mí me parece un error histórico, pues derrumbar nuestro pasado no construye necesariamente ningún futuro.

Resulta bonito pasear, no obstante, por el eje que se ha formado entre los Paseos de Colón y de la Alameda, sobre todo en esos días donde ponen la Vendeja y la zona se llena de vida, pues al principio a la gente le daba mucho miedo vivir en esas tierras donde antes solo había agua, pienso yo que por miedo a que éstas volvieran y se tragara todo lo que pudieran encontrar a su paso.

La Alameda tiene estatuas, árboles y está iluminada por las noches, quizás por seguridad, no lo sé, pues no sería nada bueno que ahora con tanto pícaro en las calles de Málaga fuera a pasarles algo a alguno de los miembros de las familias Loring, Grund, Gross, Larios o Bolín que han sentado sus posaderas por esta nueva zona.

Todos ellos gustan de ir al Circulo Mercantil, nosotros, los que no podemos, somos más de acudir al Liceo, que poco a poco se ha ido convirtiendo en el lugar de diversión de las gentes del pueblo.

Recuerdo cuando en el periódico de la Unión Mercantil, se hacía una recaudación de fondos para una estatua al Marqués de Larios. Yo nunca di dinero para ello, por eso tampoco estuve cuando se inauguró este año que acaba de pasar aunque bien admiro al escultor que la realizó, el genial Mariano Benllure, por lo que quizás este año y sin prisas, con toda la tranquilidad del mundo, me pase a verla a donde la han colocado.

En la plaza Mayor, hace unos meses, vi mucha gente llorando, me dijeron que se había perdido Cuba para siempre y hablaban de los muchos muertos que la ciudad de Málaga ha dejado al otro lado del mar. Había también muchos militares y no sé si al final, los temores de golpe de estado, de los que hablan todos tendrán un final.

A mí, personalmente me da mucho miedo que gobiernen los militares, pues aunque la política actual del gobierno no me gusta, creo que esta etapa de regencia de María Cristina, que es reina por ser la esposa del difunto rey Alfonso XII, no va a traer nada bueno para el país; incluso, hay cancioncillas satíricas en torno a tan singular gobierno. Recuerdo esa de «María Cristina me quiere gobernar y yo le sigo le sigo la corriente, porque no quiero que diga la gente que María Cristina me quiere gobernar€».

Todos andamos sumidos en la pena y el desánimo, menos mal que este año vienen a Málaga, Lagartijo y Machaquito y dicen que quizás Carancha y Frascuelo y yo voy a ahorrar para ir a verlos€