Fue hace casi dos décadas cuando una agrupación de bomberos valencianos decidió poner en marcha el sueño que llevaban años fraguando: Una organización de voluntarios forjados en su propio seno para atender catástrofes humanitarias alrededor del mundo.

Desde entonces hasta ahora, Bomberos Sin Fronteras (BSF) ha consolidado su posición en toda España y lleva a cabo numerosos proyectos de ayuda en todo el globo. El presidente de la fundación, Miguel Rey, coordina ahora desde Málaga la actuación de este colectivo, que ahora más que nunca necesita del apoyo social para seguir adelante.

«Nuestro único objetivo es ayudar a los demás, no somos una gran organización ni tenemos los medios para contratar a empleados externos, nos valemos de nosotros mismos y creemos en la formación por encima de cualquier tipo de donación», explica el presidente de BSF. Miguel Rey trasladó la idea surgida en Valencia a Málaga en 1996 y desde entonces no ha parado de sumar seguidores. En la provincia unos 140 socios, en su mayoría bomberos profesionales, respaldan esta organización.

En Bomberos Sin Fronteras reciben centenares de peticiones al año, de las cuales sólo pueden atender una minoría por la falta de presupuesto. Su principal misión es aprovisionarse de material específico para la resolución de emergencias en conflictos y la logística necesaria para su transporte. Atendieron a miles de afectados en el terremoto de Argelia de 2003 y salvaron de los escombros a familias enteras en la catástrofe que asoló Haití el 12 de enero de 2010.

Para Rey y sus compañeros, la experiencia en Puerto Príncipe fue quizás la más dura porque se encontraron con un país destrozado y carente del más mínimo recurso o sistema político para salir adelante. «El personal para atender emergencias en estos países no está lo suficientemente preparado ni tiene el material adecuado», explica Rey. Muchos de los rescates que llevaron a cabo en en la capital haitiana no podrían haber sido posibles sin este equipo de voluntarios.

Justo al otro lado de la frontera con Haití se encuentra República Dominicana, país donde se ubica otro de los proyectos de BSF y que ayudaron enormemente tras el seísmo en Haití, que dejó más de 200.00 víctimas.

Además de estas misiones, Bomberos Sin Fronteras también ha estado presente en Turquía, Sumatra, Mauritania, El Salvador o Marruecos, una larga lista de países en los que han contribuido de alguna manera en los últimos veinte años, bien a través de proyectos de desarrollo o en situaciones de urgencia ante catástrofes humanitarias.

Todo lo que necesitan es tener siempre un plan de emergencia preparado para atender en un plazo límite de seis horas. Es el tiempo que necesita este cuerpo para movilizar a su equipo, conseguir el transporte necesario y llegar al país, una maniobra que supone entre 8.000 y 9.000 euros para empezar a atender lo antes posible. Pero esta inversión se torna mucho más cuantiosa cuando sumamos el resto de necesidades a las que tienen que dar cobertura estos bomberos y que varían dependiendo del conflicto que se encuentren.

Las iniciativas de esta asociación van mucho más allá. Tal y como explica Miguel Rey, el problema viene sobre todo tras el desastre, cuando hay que volver a poner en funcionamiento una ciudad entera o directamente organizar desde cero un plan para que los afectados puedan tener acceso a cosas tan básicas como el agua. «La potabilización es una de las principales acciones que llevamos a cabo y es relevante para impedir la propagación de enfermedades o la prevención de infecciones».

El ámbito de actuación de este grupo de bomberos también se centra en acciones de formación y educación en zonas de riesgo y pobreza extrema.

En este sentido, entre las múltiples acciones que han llevado a cabo en los últimos años hay que destacar la puesta en marcha de un campamento de intercambio entre niños saharauis y españoles en el que participaron 120 menores. Anualmente también colaboran en la Caravana Solidaria que visita el Sáhara cada mes de febrero para llevar material escolar, medicinas, ropa y objetos de primera necesidad.

Aunque a primera vista pueda parecer que Bomberos Sin Fronteras es una asociación centrada en las actuaciones internacionales, lo cierto es que sus voluntarios participan también en innumerables proyectos a escala municipal y provincial.

Entre otros, cabe destacar la puesta en marcha de talleres escolares para enseñar prácticas tan vitales como el mansaje cardiorrespiratorio o su participación en el Máster en Intervención en Urgencias, Emergencias y Catástrofes que se desarrolla en la Universidad de Málaga.