La provincia malagueña, pese a la intensa explotación turística que ha mermado el número de espacios medioambientales ajenos al ladrillo, aún conserva auténticos vergeles en su interior y áreas marítimas poco transitadas donde la actividad al aire libre encuentra en estas fechas veraniegas auténticos paraísos. La bonanza meteorológica de esta tierra y las brisas marítimas fomentan el ocio en plena naturaleza, sin que el bolsillo tenga que resentirse en exceso.

Una actividad bastante popular en la provincia es la vinculada a las aeronaves y vehículos de radiocontrol. Encuentros regionales durante las fiestas patronales de localidades como Bobadilla se han saldado con sonados éxitos de participación. Y brillan también los clubes costeros, en municipios como Benalmádena o Torrox. En este último término, el Patronato Municipal de Deportes incluso diseñó hace tres temporadas un circuito municipal permanente para que incluso pudiesen celebrarse campeonatos nacionales.

Los expertos señalan que el radiocontrol vive una época dorada, debido a la bajada de precios que ha impuesto durante una década el euro sobre el dólar. En origen, el mercado chino, uno de los más poderosos también en este sector, ha ofrecido elevados descuentos para los componentes mínimos de cualquier prototipo. «Un avión que antes te costaba un mínimo de 300 euros y que podías destrozar en tus primeros vuelos ahora puedes construir por ti mismo sin gastarte más de 80 o 90 euros», manifiesta Alejandro Muñoz, auténtico apasionado de esta modalidad.

También han mejorado mucho las baterías, al bajar de peso y de autonomía, sin que por ese motivo sean más caras. Con un motor de explosión y una radio de 4 o 6 canales, más los receptores adicionales y algún servo de los más baratos del mercado –1,5 euros– ya se puede experimentar lo que es el aeromodelismo.

Quienes prefieran ser protagonistas directos de estos vuelos y opten por divisar los paisajes malagueños a vista de pájaro se encuentran también con un amplio abanico de posibilidades. El Aeroclub de Málaga, con sede en el aeródromo de la Axarquía (Vélez Málaga), ofrece la opción de participar en un bautizo aéreo o, para bolsillos con una mayor liquidez, tomar parte de cursos de vuelo con algunos de los pilotos malagueños más expertos. Desde la pista Leoni Benabú se establece no obstante como requisito para el alumno una edad mínima de 16 años para poder realizar su primer vuelo solo.

No son pocos los aficionados a esto de tomar impulso y surcar entre las nubes que prefieren las disciplinas del vuelo sin motor. El entorno de las playas axárquicas de Calaceite y El Peñoncillo, entre Torrox y Nerja, atrae cada año a centenares de personas debido a que el campo de vuelo se encuentra próximo al mar y es habitual la presencia de la necesaria brisa que agilice el viaje. Es bastante usual que cada fin de semana se acumulen los parapentes y ala deltas en esta parte de la Costa del Sol más oriental.

La sensación de volar en globo

A primera hora de la mañana o al anochecer, en valles o cañadas donde sean poco frecuentes las intensas rachas de viento que son características en el litoral. Son las condiciones ideales que requiere un viaje en globo. Aunque sea La Rioja el mejor enclave de España, junto al cauce del Ebro, para volar, en la provincia encontramos áreas también propicias donde el bautizo en globo resulta más que recomendable.

Las llanuras de las comarcas de Antequera y Ronda son elegidas por empresas turísticas dedicadas a la organización de vuelos en globo. Por alrededor de 150 euros por persona ya es posible compartir la experiencia única de sobrevolar parte de la provincia a merced de la ligera brisa matinal o vespertina, con la particularidad de que sólo las llamaradas para caldear el aire interior interrumpen el silencio reinante. El paso de algún pájaro o el roce con la copa de determinado árbol también pueden romper esa calma.

Ricardo Rodríguez, que suele colaborar con distintas entidades públicas hasta para la animación de conciertos y festivales –con la presencia de globos publicitarios anclados al suelo–, reconoce que soltar lastre y alejarse del suelo en este tipo de «artefactos» es «algo que todo el mundo debería sentir alguna vez en la vida». Muchas parejas suelen regalarse esta experiencia durante el viaje de novios y no son pocos aquellos que recurren a los paseos en globo para perder el miedo a los trayectos en avión. «Se supone que si pierdes el vértigo y superas la sensación de flotar en un globo, luego te resulta mucho más sencillo tomar un vuelo sin darle vueltas a lo alejado que estés del suelo».

Entre las disciplinas marítimas de última generación figura el kite surf, que cada vez cuenta con más fieles en la provincia de Málaga. Si bien son muchos los aficionados que optan por iniciarse en tierras gaditanas próximas al Campo de Gibraltar, por el permanente azote del viento sobre las playas tarifeñas, no es difícil encontrar monitores en la Costa del Sol para tomar contacto con esta práctica. El kite surf mezcla el surf tradicional con el vuelo sin motor, de forma que el deslizamiento sobre la superficie del mar permite piruetas «mucho más animadas». Así describe su experiencia un joven nerjeño, Manuel Sánchez, que practica este deporte desde que apenas tenía 15 años.

Nos asegura que es «menos difícil de lo que parece a primera vista». Es fundamental disponer de un equipo semiprofesional, provisto de una cometa de tracción, cuerdas –dos fijas a la barra y otras para sujetar el cuerpo– y una tabla de surf adaptada a esta novedosa disciplina. Agrega que el bautizo, en sesiones que pueden ser de dos jornadas consecutivas o en distintas semanas, tiene un precio aproximado de 300 euros.

Quienes prefieran invertir menos, siempre tienen la opción de adquirir una tabla de surf e ir «iniciándose con el equilibrio sobre las olas». Y es que la destreza en todas estas disciplinas requiere de tiempo, ése que sólo sobra en verano.