La ciudad de Málaga pisa con fuerza en el mapa turístico. Después de décadas al remolque de la Costa del Sol, la capital empieza a disfrutar de una impronta propia, asociada, en buena medida, a su evolución como destino urbano y de fin de semana. El pasado año el número de visitantes fue de 3,42 millones y el volumen de negocio se elevó, a pesar de la crisis, a 658 millones de euros, 80 más que en el ejercicio anterior.

Son datos recogidos en el informe anual del Observatorio de Turismo de Málaga, que fue presentado ayer con el objetivo de dar a conocer las debilidades y virtudes del destino; en cuanto a estas últimas, no parece lugar a muchas dudas, los turistas, y con ellos Damián Caneda, concejal del área, señalan al ocio y a la cultura, pero se dejan atrás un ámbito cuyo desarrollo se ha convertido para el Ayuntamiento en un reto de futuro: el comercio.

Según se desprende del trabajo, dirigido por Pilar Alarcón, profesora de Turismo en la UMA, únicamente el 1,5 por ciento de los visitantes piensa en las compras durante sus visitas a Málaga. La ciudad, razona Caneda, ha sabido incorporarse a la ruta del turismo cultural, pero está todavía lejos de hacer lo mismo con el comercio. «No es una cosa sencilla y requiere tiempo. Ojalá esta cifra sirva para dar un estímulo y conseguir un destino en el que el 75 por ciento de los que vienen piense en comprar», señaló.

El concejal tiene claro que el desarrollo del comercio es uno de los grandes desafíos a los que se enfrenta el sector en la ciudad; próximamente se convocará una mesa de trabajo con los empresarios con el fin de buscar fórmulas de reestructuración interna. Caneda echa de menos una «concienciación turística comercial» y alude a la desproporción respecto a otras áreas con mayor grado de florecimientos como es el caso de la hostelería. Para el Ayuntamiento, se trataría, además, de una oportunidad para equilibrar el paisaje urbano, muy descompensado en los últimos años, en los que los bares y restaurantes han crecido a un ritmo superior al de las tiendas.

A la luz de los datos, la capital se marca la estrategia del comercio, pero, sobre todo, la de consolidar el terreno conquistado en el subsector del turismo cultural y gastronómico. Caneda tampoco descarta un futuro en el que Málaga también pueda ejercer como destino de playa y de vacaciones; de momento, no obstante, lo prioritario es fidelizar a los mercados tradicionales y buscar nuevos clientes en los potenciales. Sobre todo, en lo que se refiere a China y Rusia. El pasado año, de acuerdo con el estudio, el 63,8 por ciento de los turistas que se desplazaron a la ciudad fueron extranjeros -principalmente británicos (15,8) y alemanes (10,8)-. En los cinco primeros meses de 2012, el sector ha mantenido la tendencia al alza del pasado ejercicio, con una subida del 5 por ciento en el número de turistas alojados y del siete por ciento en pernoctaciones. Para este verano se prevé que continúe el crecimiento, con un margen de otros tres puntos.

El 50% de los visitantes de 2011 vino por primera vez. La evolución del sector turístico en la ciudad de Málaga se ha acelerado en la última década, en la que se registra un cambio severo en lo que se refiere a las motivaciones y el perfil de los viajeros. Del excursionista de la Costa del Sol que iba en busca de ecos lorquianos y de tablaos, se ha pasado a un turista con mucho menos resabio; según el Observatorio Turístico de Málaga, en el que participan la UMA, los empresarios y el Ayuntamiento, el cincuenta por ciento de los visitantes del pasado año llegaron a la ciudad por primera vez en su vida y lo que resulta más novedoso; nueve de cada diez lo hicieron, además, directamente, sin necesidad de incluir a la ciudad como complemento de otras rutas.

De acuerdo con el estudio, el perfil del visitante se corresponde con una persona de 39 años, de poder adquisitivo medio-alto, con capacidad de generar alrededor de 77 euros al día y cuyos intereses están marcados especialmente por la oferta cultural y de ocio. También se aprecia a una tendencia, explicó PIlar Alarcón, autora del trabajo, hacia la planificación y la dependencia; así, el 61,2 por ciento aboga por la reserva previa, aunque, eso sí, sin contar con intermediarios -el 81,5 por ciento lo hace de manera independiente-.

El trabajo del Observatorio, avalado por más de 2.000 encuestas, distingue entre turistas, que son los que pernoctan, y excursionistas, cuya llegada bajó en 2011 como consecuencia del descenso de los cruceros. La cifra de los primeros llegó el pasado ejercicio a 1.584.783, lo que presume un aumento del 3,6 por cien. En lo que respecta a la procedencia, los nacionales representan un 36,2 por ciento, con predominio de los andaluces, madrileños, catalanes, valencianos, murcianos y castellonenses.