Los casi siete años vividos por el presunto cerebro de la mayor trama de corrupción conocida en España, el caso Malaya, Juan Antonio Roca, en la prisión lo han convertido hoy tras su declaración en un hombre más humano y cercano.

La imagen que siempre ha desprendido Juan Antonio Roca para sus allegados ha sido la de un hombre que intenta controlar cada una de las situaciones, un poco frío, calculador y muy inteligente en los negocios.

El periodista barcelonés Albert Castillón llegó a calificarlo en una entrevista concedida a Efe en 2006 como "un capo mafioso", aunque reconoció que era un personaje "fascinante", que llegó a Marbella desahuciado por no pagar el alquiler y que terminó gobernando la ciudad en la sombra durante más de diez años.

Hoy, para sorpresas de muchos, en el trámite de su última palabra ha querido mostrar su lado más humano recordando uno a uno a los funcionarios que en algún momento se han preocupado por su bienestar dentro la prisión y en sus traslados.

"El trato recibido estos años me han servido para experimentar el lado más humano de la administración de justicia", ha asegurado Roca.

Por ello ha querido agradecer con nombre y apellido a la funcionaria que le felicitó el día de su santo y a todas aquellas personas que se preocupaban para que tuviese comida en los calabozos, el ordenador que le permitieron tener para poder trabajar en su defensa, así como el trato correcto recibido por policías y guardia civiles, que según él, no le ha mermado su privacidad.

La Fiscalía Anticorrupción siempre ha destacado el perfil de Roca y su papel dentro del Ayuntamiento de Marbella en el que supuestamente ejercía el control sobre alcaldes y concejales en los sucesivos gobiernos del Grupo Independiente Liberal (GIL), quienes le obedecían.

En este sentido, Juan Antonio Roca, supuesto jefe de la organización criminal, hoy también se ha querido mostrar más cercano y ha lamentado la situación del resto de acusados.

"Lamento la situación de todos los procesados", entre las que ha destacado el papel de su familia y la de los acusados que no conocía hasta que ha empezado el juicio.

También se ha compadecido de los profesionales a los que contrató ya que a su entender, se han visto involucrados en este caso sin tener nada que ver, así como empresarios y amigos, "que se han visto aquí solo por ser amigos míos".

Este lado más humano de Juan Antonio Roca ha sido también palpable en la prisión desde el primer día que llegó porque según Instituciones Penitenciarias, siempre ha sido un preso "tranquilo" y "no problemático".

Roca se ha mostrado "adaptable por su carácter desde el primer día" de su encarcelamiento, y habla con otros presos, a los que ayuda a resolver algunas dudas o invita a café o tabaco, lo que "no quiere decir que cuente con escoltas", precisaron desde Instituciones Penitenciarias.

Durante el juicio, el exasesor de Urbanismo del Ayuntamiento de Marbella ha admitido que pudo cometer algunos cohechos, pero siempre ha intentado destacar su capacidad con los negocios.

Otro problema añadido que ha tenido Roca siempre en sus declaraciones ha sido su tono altivo y retador aunque fuentes cercanas a él han asegurado que, normalmente, cuando sube el tono de voz se debe a que tiene problemas de audición, y que al llevar casi siete años en prisión se altera en su comparecencias.

Además estas fuentes afirman que otra persona que llevara tantos años en la cárcel estaría mucho peor psicológicamente, pero que Roca no puede venirse abajo porque su familia depende de él.

Pese a enseñar su lado más humano el última día del juicio si ha mostrado, una vez más, su inteligencia, al querer sembrar la duda al Tribunal si un acusado por delito de corrupción debe ser condenado con más pena que un recluso manchado con sangre. Esta es la inteligencia de Roca.