Más de 20.000 musulmanes de la provincia de Málaga celebran desde el viernes 20 de julio el mes sagrado de esta religión, conocido como Ramadán. Se trata de un rito de esta cultura que promueve la reflexión interna para alcanzar el grado máximo de cercanía espiritual con su Dios a través del ayuno voluntario.

Así, durante un mes al año, los musulmanes de todo el mundo están obligados, bajo uno de los cinco preceptos básicos de la religión que profesan, a no comer ni beber nada desde que amanece hasta el ocaso. Cada año, el Ramadán se adelanta once días –funciona en torno a los ciclos lunares– y este año a los que viven en Málaga les ha tocado pasarlo algo peor que otros años debido al intenso calor que sufre la provincia en los meses de julio y agosto.

«Es complicado. Pero considero que el ciclo en que se encuadra el mes sagrado desde hace muchos años es la manera más justa de hacerlo llevadero», espeta El-Sayed Salah Said, un joven egipcio que vive en Fuengirola, y que está realizando una tesis doctoral en Ciencias en la Universidad de Málaga.

Y es que, precisamente, la filosofía de que cada año se vaya adelantando obedece a que, debido a la cantidad de musulmanes que hay en el mundo, no siempre los mismos tengan que someterse a las peores condiciones climatológicas.

«Aquí en Fuengirola se hará muy duro. Pero para un hermano musulmán que viva en Argentina, donde ahora puede hacer la misma temperatura que en invierno aquí, será mucho más llevadero. En cambio, dentro de unos años pasará al revés, y así vamos haciéndolo de forma más solidaria», explica el científico.

Salah Said explica que los dos aspectos claves por los que se realiza el ayuno voluntario o Ramadán son fortalecer el espíritu y la renovación física, eliminando todo lo que sobra de él.

El primero de los objetivos del Ramadán es mejorar las condiciones humanas de las personas. De esa manera, los musulmanes consideran que dejar de comer durante una parte del día y pasar hambre hace empatizar con todo aquel que, por desgracia, no tiene manera de comer a diario.

«Si te obligas a no comer estás fortaleciendo tu mente de las tentaciones, y a la vez, valoras mucho más lo que se tiene. Cuando pasas hambre y ves a alguien pobre entiendes mucho mejor que hay que ayudar a quien no puede comer cada día», relata El-Sayed haciendo una clara alusión a uno de los cinco preceptos de la religión musulmana, dar limosna.

Otro de los beneficios probados del Ramadán, según este científico musulmán, es que el ayuno durante un determinado tiempo mejora exponencialmente la salud.

«Existe un estudio de una universidad norteamericana que prueba que comer poco durante un tiempo ayuda a eliminar toxinas y metales pesados del cuerpo. Cuando uno tiene algún problema de salud leve cuando empieza el ramadán, a menudo, suele presentar una importante mejoría cuando lo acaba», asegura.

No están obligadas, no obstante, a practicar este periodo de ayuno voluntario todas aquellas personas aquejadas de una dolencia seria. Tampoco es necesario en los niños y ancianos así como en las mujeres embarazadas y las que tienen que dar el pecho a sus bebés.

Un consejo importante, en estos casos, es hacer una cena ligera. Pues un atracón puede ocasionar problemas estomacales, según apunta Salah Said.