Sólo el juicio por el golpe de estado del 23-F o el del 11-M pueden ser comparados en cuanto a seguimiento mediático a Malaya, que desde el principio generó la atención de centenar y medio de periodistas de numerosos países, aunque, como todo en la vida, la efervescencia se hizo patente sobre todo al principio o en los picos de interés de un plenario que tuvo momentos de enorme expectación como cuando Juan Antonio Roca reconoció que había sobornado a concejales y se dejó comprar por los empresarios –con matices–. El caso Malaya es de tal envergadura que de él se han desgajado treinta piezas separadas, y una de éstas, la de Isabel Pantoja, también suscitó un gran interés mediático –un centenar de periodistas cubrió el inicio de las cuestiones previas–. Una sala de prensa con conexión wifi y en la que se ha podido seguir cada sesión del plenario a través de un circuito cerrado de televisión ha sido otra de las aportaciones a la Ciudad de la Justicia, cuya sala número 4 debió ser ampliada para acoger semejante proceso. Pero no se preocupen, se le sacará partido con los macrocasos que vienen.

En este proceso también se ha innovado en la Ley de Enjuiciamiento Criminal, que no prevé cuestiones previas para los sumarios; o incluso en la división del juicio en bloques, algo novedoso que ha estrenado el tribunal. Incluso, este asunto puede propiciar futuras modificaciones legislativas puesto que las multas de la malversación van al Consistorio esquilmado pero no la responsabilidad del blanqueo. El tribunal está por que toda la suma posible acabe en Marbella, si es que hay condena.