Según los datos aportados por la Consejería de Salud de la Junta de Andalucía, el año pasado se produjeron a lo largo del territorio andaluz un total de 58 golpes de calor y 300 visitas al médico de pacientes afectados por síntoma de calor. Esta situación ha llevado al Colegio Oficial de Farmacéuticos de Málaga a alertar sobre las medidas que hay que tomar en épocas de altas temperaturas.

Lo primero que tenemos que tener claro son los principales grupos de población de riesgo. Aquí encontramos a los ancianos, particularmente vulnerables a causa del deterioro de la capacidad de sentir sed, por un menor controlo de la homeostasia (condición por la cual el organismo se regula manteniéndose dentro de unos límites fisiológicos). Dentro de los grupos de riesgo también encontramos a los lactantes, niños, personas dependientes o que sufran de una afección clínica que requiera medicamentos.

En el último caso, nos encontramos con pacientes con situaciones clínicas especiales en caso de ola de calor y cabría distinguir cuatro tipos: trastornos mentales, cardiopatías vasculares, patología endocrina y patologías renales. Las personas que sufren enfermedades mentales «figuran entre los grupos de población más vulnerables» señala la vocal del Colegio de Farmacéuticos de Málaga, Rocío López, por lo que se les recomienda limitar el esfuerzo físico, atención a la exposición al sol y beber para refrescarse.

Mientras, las personas con problemas cardiovasculares toman medicamentos hipertensivos que pueden llegar a deshidratar a la persona o, incluso, producirles accidentes vasculares cerebrales. Especial atención hay que tener a las patologías endocrinas y metabólicas como la diabetes.

Una persona diabética que sufra deshidratación puede llegar rápidamente a un coma si se produce eliminación de azúcar en la orina, originado todo ello por las altas temperaturas. Pero además, aunque el medicamento no genere deshidratación o golpes de calor también puede influir.

Existen medicinas que pueden afectar a nuestro cuerpo de distintas maneras. Pueden provocar alteraciones en la hidratación; afectar a la función renal, como el ibuprofeno que puede provocar una menor adaptación al calor, o hacer que el riñón funcione peor; y medicamentos que pueden producir hipertermia y aumentar «uno o dos grados la temperatura corporal», recuerda Rocío López, refiriéndose a los antidepresivos.

Además, hay que tener en cuenta la conservación de los medicamentos en caso de ola de calor.

Según el tipo, nos podemos encontrar tres formas de conservar las medicinas. Hay medicamentos que necesitan condiciones especiales de conservación para su mantenimiento para que su eficacia se vea alterada, existiendo los que necesitan una temperatura inferior a los 25 grados y los que, como máximo, pueden estar a 8 grados. Por otro lado, los medicamentos que se conservan a temperatura ambiente y no se ven afectados por el calor. Por último existe un tercer grupo que engloba a supositorios o cremas, en este grupo la temperatura no afecta al fármaco, pero sí a su composición.

Todos estos factores hay que tenerlos en cuenta a la hora de comprobar nuestra temperatura y, por supuesto, no olvidar llevar una botella de agua encima, ni protegerse del sol.