Las cosas han cambiado mucho desde que en lo primeros años 70 surgió el primer rastro junto al cine Avenida, en la calle Mármoles, aunque años antes ya se celebraba un rastrillo en el Llano de Doña Trinidad. En calle Mármoles abundaban los relojes y los pájaros y fue tanto el éxito que el Ayuntamiento, ante la aglomeración de personas, les proporcionó un lugar más grande en Martiricos.

«Nos fuimos en 1976 o por ahí», calculan Francisco Moreno y José Alcaide, los dos vendedores del Rastro más antiguo y que ayer se concentraron con una treintena más ante el Hospital Noble. Para su sorpresa, el pasado domingo la Policía Local les informó de que no podían volver al nuevo emplazamiento del Rastro, en el Cortijo de Torres, después de la Feria.

«Aquí no hay vergüenza, a los vendedores del mercadillo, que están allí por nosotros los domingos, les dejan la Feria y a nosotros nos echan», lamenta José Alcaide. El mercadillo, posterior al Rastro, convive con este todos los domingos en el Cortijo de Torres. Ayer en el Hospital Noble reinaba la indignación en un colectivo de vendedores, muchos de los cuales llevan bastantes años vendiendo en Martiricos y la mayoría se encuentra en paro.

«Mi padre empezó de rastrero en calle Mármoles y yo seguí. Tengo 54 años y una pensión por accidente laboral, lo que vendo los domingos me ayuda algo», cuenta Manuel Sandoval.

En la actualidad, raro es el vendedor que consigue ganar más de 30 euros en una jornada en el Rastro, pero es dinero muy bienvenido que muchos temen que no vuelva.

«Soy cocinero y llevo cuatro años en el paro, el mercadillo sin el Rastro no vive, yo creo que el Ayuntamiento lo que va a hacer es seleccionar a las personas para el Rastro que le dé la gana», cuenta Rafael Berrocal, de 53 años, que señala que en su casa «somos tres bocas que alimentar».

En noviembre del año pasado se constituyó la Asociación del Rastro de Málaga, que agrupa a más de 200 vendedores y está inscrita en el registro municipal de asociaciones. El presidente y fundador, José Luis Balbuena, resalta que la asociación nació por indicación de la anterior concejala de Comercio, María del Mar Rojo.

Balbuena no entiende esta prohibición después del esfuerzo para regularizar este colectivo, un esfuerzo que de momento es económico para su presidente, pues las cuotas no han cubierto toda la puesta en marcha de la asociación, recalca. «La Policía dijo que no podíamos volver pero lleva ocho meses haciéndonos la vida imposible», lamenta.

El presidente de la nueva asociación recuerda que hace muchos años, el Ayuntamiento les repartió unos carnés que hoy ya no son válidos. Para José Luis Balbuena, la solución para controlar a los vendedores debe ser «la misma que hacen en todos los rastros de España: que el Ayuntamiento cobre una cuota». «El Ayuntamiento no necesita ningún tipo de carné, un cobrador municipal puede pasar por las mañanas cuando estén todos instalados, va cobrando puesto por puesto y con eso se acaba el problema».

Balbuena señala que si persiste la prohibición, los vendedores protestarán ante el alcalde de Málaga el día de la inauguración del Real de la Feria.

Ayuntamiento. La concejala de Comercio, Esther Molina, declaró ayer que el Área de Comercio no tiene reconocida la actividad de los vendedores. «No está reconocida ni legalizada», indicó, pero abrió las puertas a una legalización si la asociación realiza «una petición formal de un grupo de personas de venta de artículos de segunda mano».

«El deseo es que el mercadillo tradicional de Málaga se reconozca», añadió y precisó que por la última normativa europea, para autorizar cualquier actividad comercial «hace falta concurso público y de libro concurrencia». «Si esta asociación lo solicita junto con otras asociaciones o ella sola no hay ningún problema pero no tiene sentido que protesten si no ha habido una solicitud de legalización», planteó.