Cerca de 200 denuncias han recibido en lo que va de año en el Colegio Profesional de Fisioterapeutas referentes al intrusismo, un fenómeno creciente en la comunidad autónoma y que se posiciona con esta cifra como la principal queja de usuarios y profesionales del sector.

Unas veinte denuncias se registran mensualmente, según indicó el técnico jurídico del colegio oficial en Andalucía, Juan Andrade, que matizó que ahora en el verano comienzan a proliferar las relacionadas con las prácticas que llevan a cabo a pie de playa las personas de origen asiático, que ofrecen sus servicios a turistas y ciudadanos para hacer masajes en plena toalla. En lo que va de verano las denuncias a este colectivo, que en la actualidad está perseguido muy de cerca por las autoridades, asciende casi a la treintena repartidas a lo largo de la costa andaluza.

Masoterapeutas, osteopatía, quiroterapeutas y un sinfín de nombres más son los que se pueden ver anunciados por farolas, bloques o guías y que según Andrade son personas que han realizado cursos de cuatro meses «inoperativos», que «no sirven para nada». En este sentido advierte de que la cualificación de osteópata como tal no existe, sino que en realidad es una actividad del propio fisioterapeuta. Asimismo, Andrade incidió en que los masajistas aficionados suelen ser más baratos que los propios quiromasajistas pero quizá, al final, salga más caro.

En relación con ello, hizo un llamamiento a la ciudadanía a que no se ponga en manos de las personas que ofrecen sus servicios en plena playa.

Un masaje relajante o descontracturante son algunas de las posibilidades que ofrecen estas personas sin conocimiento alguno de lo que mencionan y hacen y es que cualquier masaje terapéutico, como la palabra dice, se lleva a cabo porque existe una alteración orgánica y el profesional interactúa. «Si alguien quiere comprar unos zapatos va a una zapatería, pues si alguien quiere un masaje que vaya a un masajista», indicaba el técnico.

Otros de los aspectos a tener en cuenta son las condiciones insalubres a las que se exponen aquellos que reciben los servicios de los asiáticos. Sin saber a quién han tocado antes o si se han lavado las manos se dejan masajear por ellos y puede acarrear consecuencias negativas. Realizar contracturas o acentuar dolencias previas son algunas de las posibilidades, además de trasmitirle infecciones como herpes. Otra de las cosas que deberían tener en cuenta son algunas pautas que los profesionales del sector tienen a la hora de hacer masajes. Personas con trombosis, con fiebre o problemas cancerígenos no deben recibir estos servicios ya que no es beneficioso para su salud.

Los que sufren estos problemas en determinados casos desconocen estas contraindicaciones y se exponen a recibirlos, mientras que los que lo dan tampoco tienen constancia de estos principios y ponen en riesgo la salud de los usuarios. Concienciar al ciudadano sobre esto es la única solución para combatir el intrusismo.