La globalización ha borrado las fronteras y tanto el transporte como el comercio ponen en contacto lugares del mundo que antes no tenían conexión. Este es uno de los medios por el que se introducen las especies exóticas, que se instalan en nuestro ecosistema y llegan incluso a desplazar a las autóctonas. Por otro lado, hay personas que adquieren mascotas y plantas que son introducidas o liberadas lejos de su área de origen, generando la invasión.

El biólogo y cofundador del Aula del Mar de Málaga, Juan Jesús Martín, explica que en Málaga «están proliferando las especies invasoras», que pueden suponer la destrucción de ecosistemas frágiles, la desaparición de especies autóctonas y generar serios problemas medioambientales. En lo que respecta a la fauna, señala que las cotorras argentinas «son las que más problemas generan». De hecho, sólo en la capital, el Área de Medio Ambiente del Ayuntamiento retiró el año pasado 91 nidos de esta especie, que suele adquirirse como mascota por un precio de unos 20 euros y que no suele mantenerse mucho tiempo en el entorno doméstico porque no se adapta por su carácter arisco y por su excesivo parloteo. Cuando son soltadas, tienen gran capacidad de sobrevivir y de reproducirse, por lo que han llegado a formar parte de nuestra fauna urbana.

Asimismo, según Martín, la introducción del cangrejo americano ha desplazado al autóctono, el cangrejo de río europeo, que en Málaga sólo queda en el nacimiento del río Guadalhorce, en Villanueva del Trabuco. Otra de las especies problemáticas es el galápago de Florida, «que no se puede liberar porque contagia enfermedades al galápago leproso», que es el autóctono, explica. Esta especie es, según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), una de las cien más dañinas del mundo.

En cuanto a la flora, expone que entre las plantas que viven sobre la arena la más problemática es la uña de león, elegida por algunos ayuntamientos para decorar los jardines. «Crece muy rápido, tapiza la arena y hace que las semillas de las plantas autóctonas no salgan», indica. También destaca por su potencial invasor el pennicetum setaceum, conocido vulgarmente como «plumero», que también procede de los ajardinamientos, de los suele escapar, y que es una de las variedades vegetales de mayor potencial invasor a nivel mundial.

Invasiones marinas

El fondo del mar también es víctima de estas invasiones. La profesora del Departamento de Biología Vegetal de la Universidad de Málaga (UMA) María Altamirano, que actualmente dirige un proyecto de investigación sobre macroalgas marinas invasoras en las costas andaluzas, explica que «cuando estas especies muestran su carácter invasor producen la homogeneización del paisaje y la comunidad, reduciendo de manera drástica la diversidad biológica de la misma, y alterando con ello las funciones del ecosistema». Aún así, resalta que «en ningún caso se ha conocido que tengan ningún efecto negativo para el ser humano».

En Málaga podemos encontrar la asparagopsis armata, registrada en las costas andaluzas desde hace 50 años y que se considera «una especie neutralizada», según Altamirano. Además, destaca la presencia de la asparagopsis taxiformis, cuya introducción en el Mediterráneo se sospecha que ha sido a través del transporte marítimo. Ambas tienen en común la presencia de sustancias alelopáticas, tóxicas para otras especies.

También se encuentra la codium fragile (variedad fragile), que aquí no presenta carácter invasor «pese a que se considera de las especies más invasoras del mundo», indica. Finalmente, advierte del peligro ante la posible introducción de la caulerpa racemosa, ya presente en las costas almerienses y que «actualmente es la macroalga invasora más agresiva del Mediterráneo». Ésta, en el momento de máximo desarrollo «es la única especie de macroalga presente, asfixiando en pocas semanas al resto de las especies de algas».