En Málaga está naciendo una estrella de la copla, aunque ella no se considere coplista y sus modelos a seguir sean tan heterogéneos como Luz Casal, Lola Flores o las cantantes de Presuntos Implicados y Greta y los Garbo.

El caso es que Pilar Esteban, La Pili, nacida en Marbella hace 29 años, aunque lleva 11 viviendo en Málaga, está llenando a rebosar cada jueves la famosa sala El Palomar de las bodegas El Pimpi, para escucharla en sus dos pases de 30 minutos a las 10 y a las 12 de la noche. Y entre el público, malagueños, visitantes y guiris, que resaltan la peculiar voz de esta artista que no encaja en el modelo tradicional de cantante de copla. «Me decido a la canción, no soy cantaora, no llevo una flor y una peineta gigante, lo que canto son coplas buscando temas que pueda expresar e interpretar», detalla.

Pero su relación con la copla no es ni mucho menos casual, se trata de una expresión artística vivida ya en la familia, pues la prima de su abuelo es la hoy octogenaria cantante de copla Ana María la Jerezana, «que se recorrió Sudamérica entera con Estrellita Castro y todas ellas». Su abuelo, explica Pilar, fue el único en apoyar la carrera artística de su prima, «y este es el agradecimiento, él sí que es el fan número uno».

Actriz y cantante profesional (estudió en el Conservatorio de Marbella y de 2002 a 2006 Arte Dramático en Málaga), sigue colaborando con Acuario Teatro, veterana compañía con la que ahora actúa en la obra Aladino y la lámpara maravillosa.

La Pili es amante del verso y el teatro de García Lorca y cree que los personajes del autor granadino están cargados de emoción, la misma carga que puede encontrarse en la copla, «historias condensadas en cuatro minutos que se entienden perfectamente», subraya.

A los antecedentes familiares hay que sumar un querencia constante por el mundo de la copla. Y de hecho, desde niña participó en innumerables concursos de copla. «Me apadrinaron Los Pecos en Gente de Primera, en TVE, que no me sirvió absolutamente para nada», confiesa. Echando la vista atrás, ahora no cree que el camino para una artista sea el de los concursos. «El arte es el público y no un jurado», subraya.

Y entre ese público, hace unos tres meses se encontraba la baronesa Thyssen, para la que actuó en una fiesta privada, precisamente en El Pimpi, lo que le abrió las puertas para las actuaciones en las bodegas de la calle Granada. «No paraba de decirme si no tenía disco», sonríe.

Se considera bastante fiel a la copla clásica, aunque señala que le da «un toque blues» y a la hora de comparar su voz con alguien, prefiere que «lo diga la gente». «Ojalá que sea distinta a todas las demás porque ese es el objetivo de un cantante o un actor», confiesa.

Entre sus modelos a seguir hay de todo un poco en una cantante que también se sube a otros escenarios para cantar jazz o bossanova. Lola Flores admite que le encanta, y desmiente el tópico de que esta no sabía cantar ni bailar. «Su arte es incomparable, y también me gustan Presuntos Implicados, Greta y los Garbo o Luz Casal, gente que canta con sentido de la música y del ritmo y que en un directo te da todo y no desafina».

Jueves como hoy, en los que actúa, admite que está concentrada y que el día lo pasa «con una preparación interior». Por si acaso, no fuma ni bebe en un verano en el que ha tenido muchas actuaciones. De hecho también tiene un trío en el que hace flamenco con humor.

Del arte sin fronteras de Pilar Esteban, La Pili, también habla el presidente del Ateneo, Diego Rodríguez Vargas, que cuenta que la artista de Marbella ha colaborado con el Ateneo en un programa de cooperación con Marruecos y resalta «el acierto» de El Pimpi por darle un espacio para ella. «Está consiguiendo un éxito igualable al de los tiempos del Café de Chinitas», resalta.