Representan el mercado más apetitoso del mapa turístico. Sus tasas de crecimiento y su capacidad de gasto€superior en un 50 por ciento a la media€ los ha convertido en un nuevo puntal para aligerar la crisis. La Costa del Sol, al igual que el resto de destinos, también quiere hablar ruso, pero de momento lo hace de manera mucho más recatada que otros puntos del país, donde la eclosión de las clases medias del antiguo gigante soviético ha servido para dar un empuje a la economía.

Según los grandes operadores, Rusia aportará este año un millón de turistas a España. En algunas zonas, como en el Levante, su pujanza ha conseguido, además, animar la compraventa inmobiliaria. Los rusos están con hambre de mar y de vacaciones. En la provincia se multiplican. Durante el primer semestre, según datos del Patronato de Turismo, su presencia aumentó un 30,48 por ciento en el conjunto de Málaga. Un incremento que, no obstante, no ha servido para mejorar su cuota en la Costa del Sol, donde representan un mercado cuantitativamente residual, menor, incluso, al de emisores más despoblados como Polonia o Suecia- el año pasado hubo 40.146 polacos 37.277 suecos y 33.906 rusos, según el Instituto Nacional de Estadística-.

La proyección de Marbella, que funciona en Moscú como sinónimo de lujo y hasta de distinción, no ha permitido, de momento, arrastrar a grandes volúmenes de turistas. La Costa del Sol, acostumbrada al liderazgo, se ha quedado rezagada en el festín de los operadores rusos; cuatro áreas del país -Costa Dorada, Costa Brava, Mallorca y Barcelona- preceden a la provincia, con cifras que, en algunos casos, hasta sextuplican el cómputo de Málaga .

En puntos como Gerona o Tarragona, el turismo ruso no sólo ha crecido, sino que ya funciona con ritmos superiores a los de la clientela tradicional. En la Costa Dorada, con la llegada, en 2011, de 213.389 personas, desplazan, incluso, a los alemanes, convirtiéndose en la nacionalidad más numerosa, junto a los británicos.

Las diferencias del grupo de cabecera con la Costa del Sol son notorias. Incluso Mallorca, alejada de la fuerza de Cataluña, duplica el registro anual de la provincia, con 73.977 viajeros rusos. En Málaga los empresarios y sindicatos tienen la sensación de que se está dejando escapar el tren hacia Moscú, con todas sus implicaciones económicas para la industria. «Está claro que es un mercado que ha crecido, pero lo ha hecho mucho menos que en otros sitios», indica Gonzalo Fuentes, líder autonómico del sector en CCOO.

El repunte de Rusia, convertido en el nuevo gran actor de la actividad turística, ha desatado el interés de todos los agentes del país. Desde Cataluña a Murcia, las Administraciones de promoción se han lanzado al cortejo de la nueva gallina de los huevos de oro. Málaga, por supuesto, no ha quedado al margen, aunque el esfuerzo, según algunos expertos, no ha fructificado. De momento, se ha conquistado al turismo de élite, pero no a las grandes bolsas de viajeros, con un poder adquisitivo bastante más alto, pese a su extracción, que el de otras nacionalidades. «Se ha logrado atraer a parte de los turistas de lujo, pero falta un contacto con los mayoristas para acercarnos a los números de otras regiones», precisa Fuentes.

Meses después de la explosión del turismo ruso, que acumula su segundo año consecutivo con crecimientos de más de dos cifras, el desafío de la Costa del Sol continúa siendo las clases medias del país, que optan masivamente por otras propuestas de sol y playa como las de Tarragona. Miguel Sánchez, responsable del sector en la Confederación de Empresarios Andalucía, también es de los que demandan un cambio en la estrategia. «No se ha apostado por llegar al consumidor final. Hay que ilusionar al pueblo ruso con una oferta especializada», declara.

Arturo Bernal, gerente del Patronato de Turismo de la Costa del Sol, hace un llamamiento a la calma y resume el trabajo en tierras rusas de su institución. «No hay que perder los nervios. Hemos optado por una opción a medio plazo, pero en consonancia con la búsqueda del turismo de calidad. No queremos masificación, sino al turista de élite y eso es lo que está transmitiendo la marca en el país», razona.

El cliente ruso representa actualmente en la Costa del Sol el decimotercer mercado más poderoso. Al menos, en lo que se refiere a la llegada de turistas. Un fantasma recorre Europa, pero no por igual.