Baltasar Cabezudo, catedrático de Biología Vegetal de la Universidad de Málaga, asegura que, en dos o tres años, y siempre dependiendo de las condiciones meteorológicas, el matorral estará casi recuperado; la recuperación total, incluyendo el arbolado, tardará 30 o 40 años, y según la parcela, la recuperación llegará en torno a 15 o 20 años. Alcornocales, pinsapares y encinares son las zonas afectadas y cada una requiere un tipo de reforestación y cuidado. El catedrático asegura que ahora hay que pensar en el futuro «y en la restauración», el reto de los técnicos de la Consejería de Medio Ambiente.

«La recuperación será distinta dependiendo del tipo de árboles o plantas; aquí lo más preocupante es la pérdida de suelo por erosión». Cabezudo es claro: en las zonas en las que el fuego se empleó a fondo, la vuelta a la normalidad será lenta, pero en los terrenos en los que las llamas pasaron rápido, si llueve pausadamente este otoño, la masa arbórea se recuperará en un 60 o 70%. Por tanto, la climatología y el acierto en el plan de reforestación de la Junta de Andalucía serán vitales.

Pinsapares, encinares y alcornocales requerirán de planes específicos. Además, gran parte de la vegetación quemada se puede recuperar por sí misma.