El austríaco Christian Felber, profesor de la Escuela de Economía de Viena, es uno de los artífices de la Economía del Bien Común, una iniciativa surgida en el año 2010 a partir de la visión de un grupo de empresarios y que ha gozado del respaldo de científicos, universitarios y personalidades de ese país. Felber estuvo ayer en Málaga en la Facultad de Económicas y en el Rectorado de la UMA para contar las líneas maestras del proyecto. Su primera iniciativa es ofrecer a las empresas una especie de auditoría, denominada Balance del Bien Común, que revele cuál es su contribución al bien social, más allá de las cifras económicas o del empleo. El objetivo es lograr en unos años tal representatividad entre el empresariado europeo que fuerce a los gobiernos a adoptar leyes que hagan de la economía «algo más humano».

¿De dónde surgen las bases teóricas de esta Economía del Bien Social?

El caldo de cultivo es universal. Las bases éticas y espirituales son de todo el mundo: el arte del buen vivir, la ilustración europea, el liberalismo, el budismo, la ecología, los valores del cristianismo, la enseñanza social y muchas más. Pero el meollo común de todas estas escuelas y filosofías son los valores del corazón de los seres humanos, y alguno de ellos han cuajado en las constituciones de los países democráticos, por ejemplo la dignidad humana, la solidaridad o la sostenibilidad ecológica. Éstos son los principios y valores que rigen las actividades económicas y empresariales en la Economía del Bien Común.

¿Y cómo se canalizó todo eso en una iniciativa tangible?

La idea surgió en el seno de los movimientos sociales de Austria - algo parecido al 15-M de España-, que allí siempre han tenido mucho peso con iniciativas como ATTAC (Asociación por la Tasación de las Transacciones Financieras y por la Ayuda a los Ciudadanos) o las corrientes ecologistas. En concreto fueron 15 empresarios los que dieron el primer impulso organizando una reunión en 2010 en Viena. Se unieron científicos y personalidades y se desarrolló un modelo concreto y palpable de lo que queremos realizar.

Defínamelo.

La Economía del Bien Común es algo así como una tercera vía al capitalismo y al comunismo. Ambos sistemas prometían un mayor grado de libertad y ambos han fracasado. Nos están robando la libertad y también la Democracia porque los dos sistemas la engullen y la corrompen. La Economía del Bien Común está buscando una vía que realmente cumpla con la promesa de mayor libertad. Con el comunismo ya tuvimos la experiencia necesaria de que lo que era una comunidad sin libertad; con el capitalismo tenemos libertad, aunque sea entre comillas, pero no hay comunidad. Nosotros buscamos la libertad del individuo en una comunidad florecida. Y esto significa que la búsqueda del beneficio propio debe vincularse fuertemente a la consecución del bien común.

¿Cuál va a ser el planteamiento para llegar a esos objetivos?

La estrategia es tanto económica como empresarial. En una primera fase queremos agrupar a decenas de miles de empresas en todo el mundo que quieran adherirse a nuestro balance del Bien Común. Ya tenemos empresas interesadas en Europa, América, y hasta en África. Luego, cuando seamos un ejemplo vivo y representativo la idea es pasar a la fase política, donde intentaremos impulsar procesos democráticos que se traduzcan en leyes vinculantes.

¿Qué tipo de leyes?, ¿a qué nivel estamos hablando?

Hablamos de leyes constitucionales; las de cada país y también de la Unión Europa. Hemos observado que la Economía del Bien Común tiene un hueco entre los valores y metas de todas las constituciones democráticas. Sin embargo, el orden económico contradice abismalmente estos valores. Por eso, proponemos definir 20 o 30 reglas constitucionales que aseguren que estos valores y metas realmente se cumplen

Póngame un ejemplo.

Pues que la ley permite a una sociedad anónima maximizar el beneficio y, a la vez, despedir a miles de personas, destruir el medio ambiente y aumentar el paro y la exclusión social. Esto va en contra de la dignidad humana, la justicia social y la sostenibilidad ecológica, pero es legal. Ahora mismo no se está midiendo las aportaciones de las empresas a los valores constitucionales, y eso es lo que queremos impulsar desde la Economía del Bien Común. No es algo teórico. La mayoría de las empresas están interesadas en ser éticas pero siempre ocurre que la imagen de algunas multinacionales mancha la imagen del resto, y eso es algo injusto. El balance que nosotros realizamos a cada empresa sirve para hacer visible su aportación al bien de la sociedad.

¿Cree que la actual crisis responde a que la economía no busca el bien común?

Claro. La raíz de la crisis actual es que las empresas pueden aumentar su éxito a costa de la sociedad del bienestar. Nosotros queremos resolver esa contradicción de objetivos, vinculando fiablemente el éxito empresarial al incremento del bien común.

¿No cree que su planteamiento es algo utópico?

Todo lo que vaya a suceder mañana, viéndolo hoy, es una utopía. Los primeros pasos de la Economía del Bien Común ya los hemos dado, y yo creo firmemente en que se realizarán.