El mundo del vino tiene que adaptarse a los tiempos y a los jóvenes, cuyos gustos pasan por productos más refrescantes y de menor graduación alcohólica. De hecho, el Consejo Regulador de las DO Málaga y Sierras de Málaga modificó hace poco su reglamento para rebajar los grados mínimos que pueden acogerse a la calificación, pasado de 13 grados a sólo 9. «El Consejo no es un laboratorio; es un espacio que reúne a bodegueros y viticultores. Pero estamos hablando también de adaptarnos a los gustos del consumidor. Esto es un paso, aunque el debate hay que centrarlo en dar valor a la DO y no dispersarnos», apunta José Manuel Moreno, secretario del Consejo.

José Suárez, de Quitapenas, es uno de los más activos a la hora de defender la apuesta por nuevos vinos más rebajados en alcohol. «Nosotros vamos a hacer vinos de menor graduación, como ya están haciendo los italianos, que hacen caldos de 7-8 grados, o la zona vinícola de Valencia, que ha lanzado los Petit Valencia, de 6 grados. Hay que renovarse, evolucionar, hacer movimientos», postula Suárez.

Arturo Jimena, de Tierras de Mollina, también apuesta por esta innovación de cara a buscar para los vinos de Málaga nuevos instantes de consumo, ya sea en el aperitivo, la comida, el postre o el momento de las copas. «Hay que escuchar al consumidor. Lo contrario será estrellarse contra un muro, porque el problema de nuestros vinos es que no se consumen en la propia Málaga. Hay que convencer a mucha gente, empezando por los restaurantes, para que los sirvan», explica Jimena, que lanza la iniciativa de elaborar más vinos espumosos y carbónicos naturales, siempre en la línea de la máxima calidad. Tierras de Mollina, en concreto, está elaborando un monovarietal autóctono con doradilla al 100% fermentada en barrica que presentará este otoño.

Por su parte, Francisco Retamero, de Descalzos Viejos, recuerda que los vinos dulces están perdiendo mercado porque son los vinos tranquilos los que se están imponiendo en las comidas. «Los viticultores hemos visto esto y nos estamos reconduciendo a la producción de vinos tintos y rosados», comenta Retamero, exponente de la DO Sierras de Málaga, que apenas cuenta con una docena de años en su trayectoria frente a las décadas de experiencia de la tradicional DO Málaga. «Podemos aportar puntos de vista distintos, mas frescos quizá, y dar otro enfoque sobre la forma de llegar al cliente», afirma.

El enólogo Ángel Martín apuesta por potenciar los vinos ecológicos -muy apreciados en otros países- y cita otro elemento clave: la necesidad de que el sector hostelero malagueño sepa mimar los vinos de la tierra. «Lo primero que tiene que hacer la restauración es cumplir las temperaturas a las que se debe servir el vino y conocer perfectamente sus clases. No puede pasar que pidas un Campo Viejo y te traigan un Oro Viejo», señala.

Para Juan Lara, de Bodegas Lara, la clave de la promoción es conquistar los restaurantes y traer a clientes extranjeros a conocer nuestras bodegas. «Lo demás no tiene fuerza. Es como navegar en una barca por el Atlántico a merced de las olas». Con la Asociación de Hosteleros de Málaga (Aehma) se han hecho algunos eventos de maridaje; con los hoteles de la Costa de Sol no tantos.

Alicia Pérez-Bryan, del Grupo Ordóñez, coinciden en que debería ser una política institucional el fomentar el turismo enológico -«hasta ahora lo hacemos cada bodega por su cuenta y quizá podría hacerse algo con fondos europeos»- y lanza un reconocimiento a la labor que está haciendo la Cámara de Comercio y su presidenta de Comercio Exterior, Mari Paz Hurtado, para buscar nuevos mercados. De hecho, Pérez-Bryan participó la semana pasada en una misión comercial de empresas malagueñas a Sudáfrica y Angola y abrió un canal de comercialización del que espera buenos frutos.