El Día Mundial de la Salud Mental llenó ayer de colorido la entrada del Hospital Clínico Universitario Virgen de la Victoria. Como cada año, los pacientes dependientes de esta unidad del centro sanitario expusieron sus manualidades y creaciones para poner en valor los talleres que realizan y, de paso, ganar un dinero extra para alguna actividad complementaria a su ocio.

Cientos de personas se acercaron a lo largo de la mañana a interesarse por los productos que allí se vendían, ya que, además de vistosos, contaban con precios muy asequibles. De este modo, no era raro ver a decenas de personas salir con bolsas llenas de macetas, bisutería, adornos para el hogar e incluso frutos de la huerta, todos ellos ecológicos y directos del jardín que ellos mismos cuidan con esmero en la Comunidad Terapéutica Ocupacional. Además de este centro, los trabajos pertenecen a un centenar de pacientes de los dispositivos de la Unidad de Agudos del Virgen de la Victoria, del Hospital de Día del centro de salud de El Cónsul y de los pabellones 2 y 3 del Hospital Marítimo de Torremolinos.

El coordinador de Cuidados de la Unidad de Gestión, Antonio Reyes, reconoce que los trabajos que se hacen con estos pacientes, además de ser voluntarios, les ayudan a evaluar la gravedad de su enfermedad y a plantearles terapias con las que recuperarse. Por ello, no le extraña que la mayoría de estas personas vean a los monitores y empleados de los centros como a su propia familia. También puede darse una hospitalización completa o una parcial. Así, el nivel de ocupación de la total está lleno, con entre 18 y 20 pacientes y la parcial cuenta con otros tantos.

En cuanto al Hospital de Día, la población objeto se circunscribe a la evolución de la enfermedad mental grave de los pacientes. Cuando no lleva mucho tiempo desde que se detecta, estos tienen una probabilidad de recuperación más amplia. «Tienen más posibilidades de rehacer su vida», apunta.

Así, los pacientes ingresan en la Unidad de Salud mental cuando tienen un brote, aunque desde 2006 se aplicó una iniciativa pionera para incluir terapia ocupacional dentro del contexto de trabajo de la unidad de salud mental. «Esto beneficia a los pacientes al mejorar la cercanía con los profesionales, como enfermeras o auxiliares».

Cambio social y cultural. Reyes explica que ha constatado que en los últimos quince o veinte años a las enfermedades mentales graves se han unido otras patologías como la depresión reactiva, el trastorno de personalidad u otros duales, y es que, según explica, esta clase de enfermedades son invariables tanto en la cultura como en la situación geográfica. «Esto obedece a cambios culturales, sociales o al uso de las drogas. Son cambios que han pasado desapercibidos, pero están ahí», indica. Además, advierte de que a este cambio social se suma que las familias están más ocupadas o se desentienden, con abandonos o desidia, lo que ha motivado la creación de estos centros que se han convertido en verdaderos hogares para sus propios pacientes