El polígono industrial Guadalhorce de Málaga capital está poniendo remedio a la imagen negativa que le ha acompañado durante años y eso que su potencial es enorme: es el más grande de Andalucía (2, 5 millones de metros cuadrados y 20 kilómetros de calles), agrupa a 1.200 propietarios de locales, aunque empresas en activo hay 800 que dan trabajo a unas 4.000 personas.

Se trata de una zona industrial nacida a comienzos de los años 80 del pasado siglo que está dejando atrás problemas reales como la presencia de prostitutas, la acumulación de escombros o la falta de aparcamiento.

Aquí va un dato: 60 camiones retirando escombros han hecho posible en los últimos tiempos que todos los solares vacíos del polígono estén limpios y vallados y las antiguas escombreras al aire libre, en las que además se practicaba la prostitución, son hoy terrenos limpios y vallados.

Un paseo por el polígono evidencia más mejoras: aceras nuevas, desbroces, plantación de árboles, nuevos aparcamientos o una iluminación que abarca ya todo el polígono, con cuadros sensores nocturnos y diurnos, y eso que en los comienzos no tenía luz porque aunque había farolas, «faltaba el cableado», recuerda con una sonrisa Antonio López, actual presidente de la entidad urbanística de conservación del polígono.

«La gente viene aquí, ve el polígono y se sorprende», añade Antonio López, quien recalca que el trabajo es la continuación del emprendido por Ana López, la anterior presidenta.

El responsable de la zona industrial reconoce que las últimas mejoras en infraestructuras, como la nueva carretera Azucarera-Intelhorce o el nuevo puente sobre las vías del tren han facilitado el trabajo y resalta la buena sintonía con el Ayuntamiento, en concreto con la concejala de Comercio, Esther Molina, y el director del área de Polígonos, Francisco Salas, algo que se traduce en un cambio total de imagen, al que la entidad contribuye con un presupuesto anual de 300.000 euros.

«Con la ayuda del Ayuntamiento se han hecho en los últimos años entre 5.000 y 6.000 plazas de aparcamiento y eso se está notando. Estamos intentado que al menos en todas las calles haya una parte de aparcamiento en batería», detalla.

Esta misma semana, estaban en obras tres calles. Los nuevos aparcamientos están dejando atrás esa estampa tan clásica del polígono industrial de los camiones subidos a las aceras o a los parterres de hierba. Todos estos trabajos han hecho que la entidad urbanística haya pasado de contar con un trabajador, a comienzos de año, a contar con seis.

«Estamos pasando por una crisis muy grande, pero me gustaría dar una puntada optimista porque se pueden hacer cosas con pocos medios», indica López, quien señala que, en ocasiones, «más que dinero lo que necesitamos es una palmadita en la espalda» de las administraciones, al tiempo que plantea que a los empresarios lo que muchas veces les hace falta no son ayudas sino «que no se nos pongan obstáculos». Por eso, valora la actual colaboración municipal, «algo que nos gustaría hacer con la Junta y la Subdelegación del Gobierno», admite.

El actual responsable de la entidad no rehúye el problema de la prostitución en el Guadalhorce: «Es lo que hay, no es un sambenito, pero con las ordenanzas de convivencia la situación ha mejorado mucho». Para la entidad que preside, lo primordial es el respeto a las personas que ejercen la prostitución, «y desde luego en la calle, sin ningún medio de aseo y que se puedan propagar enfermedades no es la mejor forma».

El reforzamiento de la entidad con más trabajadores ha hecho que en estos meses se multipliquen las obras. Los semáforos y farolas lucen el color corporativo, hay más palmeras y adelfas, los bordillos de las isletas se elevan, se realizan 900 metros de acera en un agradable paseo entre pinos y hasta ha aparecido una zona verde hasta entonces ignota: se trata de un jardín que estaba tomado por la maleza, a la entrada del polígono haciendo esquina con la calle Herman Hesse. Depende de la Junta pero al estar rodeado por quitamiedos sólo era utilizado para la prostitución. La entidad ha desbrozado el parque, quiere abrirlo para que lo puedan usar los trabajadores del polígono e instalará una escultura, uno de los hitos que colocará por todo el Guadalhorce para reforzar la imagen de cambio y también de calidad.

Los detalles se cuidan en esta nueva etapa del polígono, de ahí que en la carretera de la Azucarera-Intelhorce los pinos de la mediana se hayan podado casi al milímetro, «para compaginar la Naturaleza con la visibilidad de las empresas». «Lo que se pretende es que todo esté al servicio de los negocios», añade.

Antonio López se muestra optimista porque «con la crisis caben dos cosas o nos echamos a llorar o salimos para adelante, y la crisis también es una etapa de oportunidades».

Emilio Buoncuore, coordinador de la entidad urbanística, señala un carril bici que avanza escoltado por los pinos de la carretera de la Azucarera-Intelhorce. «Por la mañana viene mucha gente a trabajar en bici, incluso padres con sus hijos que van al colegio», comenta. Con la que está cayendo, que el polígono industrial más grande de Andalucía se renueve con resultados obvios es ya un motivo de esperanza para Málaga que -eso repiten los políticos- es el motor económico de Andalucía. «Aquí vienen inversores de multinacionales muy importantes con la decisión de si montan el negocio en Málaga o en París y tenemos que crear las condiciones para poder competir», recuerda el presidente.