La crisis actual no solo ha afectado a la economía, sino que cada vez son más los indicadores que constatan que la bajada de nuestros ingresos y el cierre de numerosas empresas afectan a todos los ámbitos de la sociedad. Es el caso de las adopciones internacionales, la esperanza de muchas familias que desean ver cumplido su deseo de ser padres. Desde que empezase la crisis económica, las solicitudes han descendido en Málaga un 70%. En 2007 la cifra fue de 240 mientras que en 2011 lo fue de 74. A pesar de que 2012 aún no ha acabado, la caída será aún mayor, ya que a fecha de octubre tan sólo se contabilizaban 46, según datos de la Consejería de Salud y Bienestar Social.

Y es que el proceso para llegar a la meta de una adopción internacional no sólo requiere de mucho tiempo, sino de dinero. De media, una familia invierte un total de 12.000 euros para traerse a un niño de un país extranjero, ya que no sólo hay que abonar tasas y distintos procesos legales, sino que hay que pagar viajes e, incluso, estancias de hasta un mes.

Cuando alguien desea iniciar un proceso de adopción internacional debe acudir al servicio de la Junta de Andalucía para que le evalúe como apto. Para ello, recibe una formación y después le examinan un psicólogo y un trabajador social, que lo proponen ante una comisión para determinar si es idóneo o no. Este proceso dura como máximo nueve meses, aunque el mínimo no suele bajar de seis.

Después, la persona o familia elige el país de origen para la adopción, aunque puede escoger un máximo de dos para iniciar el proceso en paralelo. Después, debe contactar con la Entidad Colaboradora de Adopciones Internacionales (ECAI) del país en cuestión, que será la que medie con el país. Sin embargo, las fuentes consultadas recuerdan que no todos los países permiten ECAI y en muchos casos el proceso debe hacerse entre administraciones.

«Los países se acogen a un acuerdo de La Haya para homogeneizar los procesos. Los que no se han adherido obligan a tener la relación con el Estado, lo que es un hándicap porque implica un mayor riesgo administrativo», explicó a este periódico el Jefe del Servicio de Protección de Menores de Málaga, Isidro Ramos.

Después, la ECAI prepara la documentación y el país debe dar el visto bueno. El problema surge cuando los países bloquean el flujo de adopciones, ya que muchas cierran el cupo, aún teniendo niños asignados a familias.

Si se da el caso, la administración andaluza no puede hacer nada y debe esperar a que el país de origen vuelva a abrirlo. Esto puede ocurrir, o bien por riesgos internos como por ejemplo una guerra civil, o porque el país decida que han salido muchos niños y lo paralizan un tiempo. Esta parte del proceso dura un mínimo de un año, pero a veces se dilata más en el tiempo.

El último paso se da cuando el país asigna un niño a los solicitantes en función de las condiciones de los mismos y la idoneidad. No podrá existir una diferencia de edad superior a 42 años entre el niño y el adoptante. Por ello, alguien con 50 años podrá adoptar a niños con edades de 8 años o más, nunca menos.

«El problema llega cuando, pese a la idoneidad, te asignan a un niño de otras características», explica Ramos, que asegura que entonces es la Junta de Andalucía la que debe moverse y hacer una revaloración de los padres para ver si son aptos o no para adoptar a estos niños en caso de que estos acepten las nuevas condiciones. Se llama adecuación urgente.

Si todo va bien, la familia se desplaza al país para una reunión y después para un juicio. Desde el encuentro hasta el proceso judicial, puede pasar hasta un mes y muchos países exigen una estancia obligatoria entre uno y otro. Luego, el niño viaja con la familia y cuando llega a Málaga debe ser inscrito en el registro civil.

Sin embargo, el proceso, de unos tres años de media, que se antoja largo y complicado aún saliendo todo bien, a menudo se complica cuando al llegar los padres al país de origen del niño se encuentran con que este es de necesidades especiales. O lo que es lo mismo, que tenga varios hermanos, una enfermedad u otra edad.

Si desde el principio los padres piden que el niño tenga las llamadas necesidades especiales, el proceso es mucho más rápido, sobre todo en el proceso del país de origen, ya que la que compete a España no se puede acortar más.

«En un principio, China era un país relativamente rápido, después, con el boom, se puso al nivel de las demás», explica.

Así pues, desde la crisis, la situación ha variado mucho, porque a la suma económica que deben asumir los padres hay que añadir lo dilatado del proceso, que cada vez es mayor por la situación internacional y por el cierre de cupos. Por eso, desde 2006, la situación ha disminuido mucho en la cifra de solicitudes. En 2006, hubo 323, mientras que en 2007, 240. Desde ahí, la cifra comenzó a menguar. Un total de 163 en 2008, y 88 en 2009 y 2010.

En cuanto a las tramitaciones de los expedientes, si comparamos los datos del primer semestre de 2011 con el de 2012, las cifras arrojan los mismos resultados. Hace un año fueron un total de 22 -de los 153 tramitados en toda Andalucía- mientras que este año han sido otros tantos, aunque la cifra autonómica ha descendido entre ambos años un 37%, ya que la cifra ha sido este año de 96. Es la caída más grande de los últimos años, según la Junta.

Aunque de todas estas cifras, las más positivas son las de niños cuya adopción llega a su fin. Y además porque la crisis, de momento, no las ha descendido en demasía, debido sobre todo a que los largos procesos hacen que estas respondan a solicitudes de los años más boyantes. Por eso, todo hace prever que es cuestión de dos o tres años para que la evidente bajada se torne en real con las cifras de niños llegados a Málaga.

Así, en el primer semestre de 2011, de los 180 niños adoptados en toda Andalucía, 41 de ellos son de Málaga. En los seis primeros meses de 2012, de los 107 del común andaluz, 14 eran de la provincia.