Ríe Francisco Javier Lara Peláez con la efusividad de quien lo hace tras haber superado un gran reto, porque sólo así puede calificarse el hecho de que un abogado de 41 años, churrianero, casado con una procuradora y padre de tres niñas, se haya impuesto en unas disputadísimas elecciones a decano del Colegio de Abogados de Málaga. La fe en su propio destino ha sido vital para llegar a buen puerto, puesto que empezó la campaña en septiembre de 2011, una carrera electoral que acabó el sábado, 27 de octubre, de madrugada, casi a las claras del día con el recuento de la última papeleta. «Siempre me gustó la idea de ser decano, pero nunca lo pensé. Cuando era Defensor del Colegiado, muchos compañeros me animaron a que me presente al ver cómo ejercía el cargo y entender que hacía falta un decano que se implicara en la defensa de los abogados», dice, para añadir luego: «Me lie la manta a la cabeza». Ya en las elecciones a Defensor del Colegiado logró un amplio apoyo, y eso le hizo comprender que «podía ser un candidato con posibilidades».

Criado en una familia feliz y numerosa -ocho hermanos-, siempre supo que iba a ser abogado. «Tenía muchos hermanos, y cuando entendía que una cosa era justa, la defendía hasta la muerte, me decían cabezota y don leyes», cuenta, para recordar después que en su familia paterna hay una gran tradición de juristas. Pese a todo, su padre era ingeniero industrial aunque los últimos años de su vida los pasó ejerciendo como administrador de fincas. Su madre fue una indomable ama de casa. «De mi padre heredé la fuerza, de mi madre la nobleza, y de los dos el espíritu de trabajo».

De su infancia en Churriana, barrio que abandonó en 2000 para ir a vivir a Marbella, recuerda los ratos pasados junto a sus hermanos y cuatro o cinco primos que eran vecinos: «Era tremendo», sonríe. «Me acuerdo de cuando íbamos a cenar, todos en un Land Rover, los ocho hermanos y mis padres, y formábamos la revolución».

La EGB la empezó en El Romeral y la terminó en Cerrado de Calderón, para acabar el COU en el primer colegio. «Aprendí de la amistad, del compañerismo... conservo todos los amigos de mi infancia». La carrera la empezó en la Facultad de Derecho de la UMA, pero sólo hizo el primer curso: luego acabó sus estudios en la UNED, y, mientras tanto, trabajó de todo: «Hice seguros, asesoría laboral y fiscal en el despacho familiar y hasta fui representante en exclusiva de cafeteras». Sobrevivió porque es una persona metódica.

A Mari Ángeles, su mujer, la conoció en la carrera: fue abogada durante 13 años y hoy es una reputada procuradora. Sus hijas, de 14, 11 y 9 años, le proporcionan una gran satisfacción: «Mi mujer me aporta el tener los pies en el suelo, la sensatez, me suple todo el tiempo en casa y en el despacho cuando me dedico al colegio; sin ella no podría haberlo logrado». Su currículum colegial es inmenso y comienza cuando se colegia: fue diputado de Delegaciones, del Turno de Oficio, Defensor del Colegiado, hasta llegar a decano. Incluso, en 2010 se le impuso la Medalla de Honor al Servicio de la Abogacía. Tiene despacho en Torremolinos y en Marbella, el germen que implantó su padre y que él ha engrandecido, y habla muy bien de su carácter haber hecho amistad con muchos clientes. «Nunca le he dicho a nadie que no le atiendo porque no pueda pagar», dice. Ahora, en el despacho, en el que se ofrece asesoría en todas las áreas del Derecho, tendrá que apoyarse aún más en sus compañeros.

El tiempo libre lo pasa con su familia, ésa es su gran afición, aunque le gusta leer y hacer deporte. Algo menos el cine. En la larga madrugada de las elecciones, le emocionó especialmente la felicitación de su mujer, aunque también le dieron la mano todos sus rivales. Pese a que toma posesión el 9 de noviembre, ya sabe cuáles serán sus primeras decisiones: definir el reparto de cargos de su Junta de Gobierno y la concreción de la austeridad con el recorte de gastos superfluos.

Se pone tenso cuando habla del turno de oficio -se ha recortado un 10% los honorarios- y critica la Ley de Tasas -«una justicia para ricos y otra para pobres», dice-, y concluye: «El decano será decano de todos los abogados, de los que me han apoyado y de los que no. Trabajaremos por la defensa de los abogados y reivindicamos el ejercicio de la profesión en condiciones dignas».

¿Por qué es el personaje de la semana? Francisco Javier Lara tiene 41 años y desde la madrugada del sábado, 27 de octubre, es el nuevo decano del Colegio de Abogados de Málaga tras imponerse a cuatro rivales de altura en unos reñidos comicios. Tras una campaña de más de un año, en la que se ha pateado la provincia, afronta su mandato de tres años con importantes retos, como el recorte de los honorarios del turno de oficio, la Ley de Tasas, o la crisis en la que se encuentran sumidos los despachos profesionales.